jueves, 6 de enero de 2011

Pintando flores con óleo y pastel.

Pintar flores es una  de las desviaciones más tentadoras de la pintura, ante la cual muchos sucumben de manera irremediable. ¡ Cuántos verdaderos talentos se han perdido entre el perfume intoxicante de las rosas y las gardenias! Todos hemos pintado flores, alguna vez en nuestra vida, como una manera de aprender a dominar el color,  las luces y la composición, pero una vez logrado los objetivos, debemos parar esta actividad. Como yo soy matemático, para mi la pintura es el arte de resolver problemas de composición en dos dimensiones. Las flores son tan bonitas que cualquier cosa que uno haga con ellas le queda bien. Pero despùes de hacer lo mismo miles de veces, entonces caemos en el aburrimiento. Como dice un refrán, en la variedad está el gusto.
Así pues dejemos las flores para los enamorados y pintemos otras cosas que ofrezcan problemas más difíciles de resolver.
Aquí presento algunas flores pintadas hace mucho tiempo. Las dos primeras son pinturas al óleo, creo que fueron copiadas de uno de esos libros, que enseñaban a pintar en cinco fáciles lecciones. Son dos   muestras de arte "Kitsch" bastante florido.  Las otras tres son creaciones originales pintadas  al pastel.

Rosas en un jarrón azul. 1973.
 Me gustan las flores que aparecen en la pintura de abajo. Estas han sido pintadas en una gama amarillo-ocre, lo cual es poco común. Son flores expresan el caracter fuerte y decidido de las mujeres de mediana edad, que van directo al grano.

Flores de campo. 1973.
Los eternos girasoles no podían faltar aquí. Están hechos usando una técnica mixta de lápices de colores con pasteles duro. Perdón, Van Gogh.


Girasoles. 1993
 Este ramo de rosas, modelado con un entramado de líneas multicolores, crea una superficie pictórica algo crispante y compleja. La cercanía del objeto hacia el espectador, al igual que la iluminación fantástica, como un flash fotográfico, crean una atmósfera inusual. Las flores parecen que están gritando. Es un tipo de arte neurótico o romance complicado, muy apropiado  para las almas atormentadas.

Rosas. 1973.
Usando papel con fondo negro pinté esta flor de cala, solitaria en medio de la media noche. Ella transmite una sensación de soledad,  silencio, misterio y austeridad.

Cala. 1994.

El sencillo encanto de pintar a la aguada

Hay cosas en la vida que producen un discreto encanto, por evocar de viejos recuerdos. La pintura a la aguada, con sus tonalidades color café es una de ellas. La pintura a la aguada es como las viejas fotos de la familia. Algo que miramos en nuestros momentos más intimos.
La  aguada es una técnica entre la acuarela y el dibujo. Es semejante al guache. Su color marrón se obtiene por medio de una tinta china que, al aplicarla sobre un papel de acuarela, produce efecos de transparencia. Puede ser de otro color, pero siempre monocromática.

Pintar una aguada es una experiencia sabrosa y agradable como tomarse un buen café. La pluma recorre el papel, sin ninguna prisa. Es algo que hacemos para disfrutarlo nosostros mismos. ¿Que tal este paisaje?

Un prado junto al río. 1997
Estos cerros con sus taludes escarpados son un  motivo inspirador. La plumilla recorre las formas, deteniéndose en cada detalle, como una ardilla curiosa saltando entre  las ramas de un àrbol. Las distintas gradaciones de las sombras se obtienen agregando más agua al pincel.


Cerros de Cacute. 1997.
 La aguada da un toque de dignidad y prestancia a los paisajes.

Más alla de la otra banda del río. 1997.
En algunas ocasiones, unas cuantas  pinceladas anchas, dan un efecto de mucha plasticidad y frescura a la obra. La pintura china posee una hermosa cualidad de sencillez y seguridad en el trazo. Esto es algo que trato de expresar en esta aguada.

Cabaña cerca de una montaña. 1997.

miércoles, 5 de enero de 2011

Pintura al oleo. El atardecer en Mérida

La pintura al pastel de un atardecer.


Cuando la tarde está a punto de caer, los últimos  rayos del sol iluminan algunos objetos de manera espectacular. Son rayos de luz dorada que van incendiando las formas un poco antes  de desaparecer en la penumbra.
Este contraste entre las zonas iluminadas con ricos colores y las sombras frías, abre ante nuestros ojos un mundo de posibilidades artísticas. Las imágenes a nuestro alrededor se transforman de manera extraña. 

El sol juega con los rayos de colores y se complace en crear un espectáculo deslumbrante.
Lo espiritual entonces se hace presente. A esa hora del crepúsculo surgen sensaciones de  felicidad, hermandad con todos los hombres y mujeres de la tierra, así como también un fuerte sentimiento de armonía con la naturaleza. 

Es el momento justo cuando, sin darnos cuenta, nosotros oramos y alabamos a Dios por habernos brindado la posibilidad de vivir otro día.

Mucuchíes . Francisco Rivero. pastel
Mucuchíes. Por esas calles tranquilas. 1996.

La montaña se viste con un manto dorado, aderezado con joyas de todos los tipos: diamantes, amatistas, jade, rubíes y esmeraldas.

Atardecer en Mérida, Francisco Rivero. Pastel
Atardecer sobre el río Chama. 1993.


La cúpula de una iglesia es como un faro que brilla sobre el horizonte.

Cúpula 1. 1996.
Desde distintos angulos cambia la iluminación radicalmente.

Iglesia en Lobatera. 1996.
Una iglesia al final de la callecita que desciende, se ilumina de repente, con mil colores inesperados. Es una sorpresa para la vista.

Calle de Tovar. 1996.

martes, 4 de enero de 2011

La pintura al pastel aceitoso.

Las barras de pintura al pastel aceitoso se deslizan suavemente por la superficie del papel, permitiendo un acabado semejante al óleo. Con este medio se crea  una técnica, con características muy propias, entre el dibujo y la pintura. Las superficies se colorean con trazos en distintas direcciones, que al cortarse unos con otros, crean un entramado luminoso, de aspecto agradable. Luego podemos mezclar aún más los colores frotándolos con nuestros dedos. También es posible utilizar un pincel empapado en trementina, para dar retoques finales.
Recientemente, he realizado algunos bocetos con estas barras de color. Son pequeños apuntes de color, que han sido hechos como estudios previos para pinturas al óleo.

Paisaje de Merida. 2010.
Estos paisajes han sido trabajados sobre cartulina de color gris claro. El color de fondo, que  aflora en algunas partes, se incorpora bien a la gama cromàtica, creando armonía en el conjunto.

Santo Domingo. 2010.
En el siguiente bosquejo de un pequeño pueblo, usé pastel aceitoso. Pinté varias capas de tal forma que la pintura formara una capa gruesa. Luego la mezclé usando un pincel humedecido con trementina. Esto nos da un efecto más acabado, con brillo de cera. Hay que pintar una y varias veces sobre el mismo lugar, para matizar los empastes de color.


Pueblo del Páramo. 2010.


La figura humana sirve como pretesto, para este estudio de luces y sombras.

Agricultor. 2010.
Con el pastel aceitoso, se facilita mucho,  hacer bosquejos en un corto tiempo, llenos de brillantes colores. En el estudio de abajo, yo trabajé con un papel blanco de grano grueso, similares a los usados para pintar en acuarela.

Galería de seis retratos. 2010.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El encanto de la pintura ingenua


Pintura ingenua.

La pintura ingenua permite a uno expresar sus sueños y sentimientos,  de manera  directa y  sincera. Lo mejor de esta técnica es que, uno  puede usar  un lenguaje propio y personal, evitando  así las reglas tradicionales de la pintura. Es un arte  narrativo, donde   las imágenes están al servicio de la palabra y  las ideas. Nosotros   podemos establecer como regla única   que los símbolos  empleados sean claros y reconocibles por todos,  de manera inmediata.

 
La denominación naíf, naif o naïf (del francés naïf, 'ingenuo') se aplica a la corriente artística caracterizada por la ingenuidad y espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y contrastados y la interpretación libre de la perspectiva o incluso la ausencia de ella. ( Wikipedia)


Hace algunos años,  paseando por San Rafael de Mucuchíes, sucedieron cosas extrañas. Me impresionaron mucho unas grandes piedras  a la orilla del  camino. Un rayo de luz amarilla iluminaba los cerros erosionados en el  fondo: Parecían  como panes  recién salidos del horno. Una señora y su hija iban caminando hacia nosotros, sobre un camino rojizo. Ellas  regresaban a casa después de la misa. Parecía que el tiempo se había detenido y que no avanzaban. Yo traté de poner todo aquello dentro de una pintura.

Regreso a casa. Francisco Rivero.
Regreso a casa. Francisco Rivero. 2004.

La era.

La era es un molino de trigo al aire libre, en tiempos pasados muy común en las montañas andinas. En Mérida se cultivaba el trigo intensamente desde la conquista y colonización. DEbidoa la erosión causada por eset cultivo en laderas tan empinadas, se suspendió en 1950.
Cerca de aquel lugar vi seis mulas. Estaban girando en círculos en una era, ( Molino circular),  donde trillaban el trigo. Aquella visión se  grabó en mi mente y la pinté de memoria.

La Era. Francisco Rivero.
La era.Francisco Rivero. 2004.

Lugareña. 


Hay una hermosa novela sobre la vida en el páramo de Mérida, llamada LugareñaSu autor es  José María Parra, quien era un medico y escritor de Mucuchíes, publicó esta obra   en 1900. El personaje principal de esta obra es una  joven del campo, quien deslumbra a todos por su gracia y belleza. Después de leer esta novela, que me gustó mucho, hice  un retrato imaginario de la joven Lugareña.

Lugareña. 1999.

Niña con mascotas. 


A mi  hija le gustan  las mascotas. Ella tenía un  Poodle, un par de  tortugas y un loro. Lo que ustedes pueden ver abajo, es el  retrato que hice de ella junto a sus queridas  mascotas. Es un lienzo al óleo de 60 x 80 cm.

La niña con sus animalitos. 1996.
Otro día  pinté  a mi hija mientras contaba  con los dedos. En realidad fue un encargo para una ocasión muy especial, porque  se celebraban los diez años de  la Escuela Venezolana para la Enseñanza de las Matemáticas. Los organizadores del evento me  solicitaron algo  especial para ilustrar el folleto, relacionado con el número diez. Enseguida pensé en los diez dedos de la mano. El número diez es el protagonista de esta pintura. La niña está contando hasta el diez con sus deditos, con la mirada de frente hacia el espectador..

Contando. Francisco Rivero. 2015
Contando. Francisco Rivero .2005.
 

Pintando las matemáticas. 


Fui comisionado para  otro  trabajo del mismo tipo  al año siguiente. Pero esta vez, yo debería representar   al número once. Creo que fue  algo difícil y  me tomó bastante tiempo. Finalmente, decidí pintar una relación de tipo matemático. Junto a ella coloqué a  once niños que simbolizan los once distintos tipos de aprendizaje.

Los Aprendizajes. Francisco Rivero.
Los aprendizajes.Francisco Rivero.  2007.

Mucurubá.

A partir del año 2000 en adelante, comencé a pintar paisajes en  Mucurubá y sus alrededores. Un lindo pueblito de los Andes Venezolanos, situado a 2400 metros de altitud. El lugar ofrece vistas interesantes, por estar rodeado de altas montañas. Mucurubá está  en un sitio donde,  las dos cadenas  montañosas: La Sierra Nevada de Mèrida y La Sierra del Norte, casi se tocan.

La  vieja iglesia del pueblo y sus casas de estirpe colonial, con tejados de distintas coloraciones, ofrecen un bello motivo pictórico. 

Es una pintura al óleo sobre tela, que mide  50x70 cm. Coloqué una fotografía  de esta pintura   en mi página web. Una escritora colombiana residente en Seattle Estados Unidos: Nélida Mendoza,  vió la imágen y le gustó mucho. Ella  solicitó mi permiso para ilustrar uno de sus libros de poesías: canciones del alma gitana. Yo jamás he visto  el libro, pero quisiera tenerlo entre mis manos  algún día.

Mucurubá. 2003.
He aquí una vista panorámica de Mucurubá. Es una pintura al óleo de 100 x 90 cm. Como ustedes pueden observar, fue  ejecutado con bastante detalle. Esta es  la vista que se tiene desde la parte alta del  pueblo, bajando desde La  Meseta de Mococón,

Vista de Mucurubá. 2004.
Pinté el camino desde mi casa hasta La Meseta de Mococón.   Es una vista desde las alturas que abarca un amplio panorama. Como pueden ver, es un caminito sinuoso que atraviesa un pequeño bosque de cipreses. Me gusta hacer esa ruta a pie en las mañanas, para encontrarme con los vecinos.


El camino de la Mesa. 2003.
Muchas casas y muros em  Mucurubá  están hechas usando materiales proporcionados por la misma naturaleza, como las piedras y el barro.



La casa campesina. 2003.
La siembra de hortalizas es la actividad primordial de los habitantes del pueblo. Hay huertas de lechugas, papas, calabacín y otros vegetales por todos los alrededores. Desde los tiempos de la conquista y colonización, en Mucurubá se cultivaba el trigo de manera intensa. Esto trajo como consecuencia el desgaste de la tierra y una marcada erosión de los terrenos inclinados. En 1956 por un decreto del gobierno de aquel entonces, se prohibió sembrar más trigo. Se dió inicio a un gran proyecto de reforestación de todo el páramo. A partir de entonces se trajeron expertos  en agricultura de las islas Canarias para implantar en nuestro país el cultivo de las hortalizas con técnicas modernas: sistemas de riego artificial, fertilizantes químicos, plaguicidas,....etc. 
Estos cambios  afectaron a la población: se perdió la cultura del trigo y se crearon grandes latifundios. En este cuadro se muestran las dos caras: el pasado, con una parcela de trigo descuidada y el presente mediante una huerta reluciente de bellas hortalizas.

Trigo y hortalizas. 2004.
Todavían quedan en los alrededores de Mucurubá algunas eras ( Molinos circulares  para trillar el trigo, hechas de piedra). El trigo era trillado con los cascos de las mulas. Una tierna estampa del pasado, lleno de nostalgia, cuando todas las montañas de Mucurubá relumbraban  con las espigas doradas, bajo el ardiente sol de la mañana.

La era. 2006.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La formación del paisaje

Las montañas se han formado debido a  los cambios de la corteza terrestre,  ocurridos a través de millones de años. La cordillera Andina es de reciente creación. El último levantamiento ocurrió hace un millón de años.  Fue una elevación abrupta del terreno que se produjo cuando chocaron dos placas tectónicas. Las fallas geológicas y  los levantamientos, han sido los principales responsables de los cambios que vemos. También debemos incluir a la acción de los glaciares, la erosión, los deslaves  y los vientos. Todos estos factores  geográficos  moldean el paisaje día a día.
En la cordillera de los Andes hay muchas  mesetas planas, con taludes casi verticales. Estas mesetas han sido  excavadas por la acción de los ríos. Estos taludes y mesetas, como parte fundamental del paisaje, son grandes motivos pictóricos. Su presencia en el  paisaje, le da  mucha fuerza y carácter a  nuestra región.

En la parte  de abajo, aparece  una pintura al  óleo, en formato de 150x100 cm. En  dicha obra yo expreso la geomorfología de un paisaje caprichoso, el cual  imita formas humanas. Una lectura de este cuadro, comenzando  de arriba hacia abajo,  sirve para darnos una idea de  la variedad geológica de los Andes. En  la parte de arriba nos encontramos con  las formas rocosas del precámbrico. Luego pasamos a unas lomas suavemente conformadas. Más abajo tenemos el paisaje plano de las verdes mesetas. Finalmente, en el primer plano, se presenta  un enorme talud de rocas pulverizadas por la acción de los ríos.
Geomorfología de un paisaje andino. 2004.

Los taludes y carcavas profundas en la piel de la montaña son frecuentes, en  San Juan de Lagunillas. Ellos permiten aflorar una tierra rojiza de tipo arcilloso, que contrasta con la verde vegetación.

Taludes en San Juan. 1996.
Esta pintura de formato grande 160x100 cm. es una interpretación casi abstracta de una montaña,  fracturada por los cambios geológicos. Es un tema pictórico sencillo, el cual se ha  desarrollado a grandes trazos, con una pincelada libre, empleando  una coloración algo fría y  limitada.  Las grandes zonas enmarcadas por líneas azules y violetas,  crean planos y volúmenes en movimiento. La pintura transmite  una sensación de mucha fuerza y voluntad creadora.
Taludes.2000.
Cambiamos ahora de  técnica pictórica, pasando desde el óleo a  la pintura al pastel sobre cartulina coloreada. La meseta donde Mérida se encuentra, presenta formas montañosas, las cuales han  sido suavizadas por el paso del  tiempo. Detrás de estas montañas que se retuercen de manera inquietante, aparece  un panorama horizontal más sereno y calmado. En ese mismo  plano de atrás, se pueden observar  algunos edificios de la ciudad.



Al pie de la Sierra de La Culata. 1993.
Una montaña desnuda de toda vegetación es la imágen siguiente. Esta extraña apariencia se debe a  la acción  constante de  la erosión  y los  vientos secos provenientes  del sur. Sin embargo,  hay algo de vida en el primer plano, donde el río riega los campos de caña.


El cañón del Chama. 1992.
La Loma de los Angeles, es una montaña que cambia de color continuamente. En sus empinadas laderas, el espectador  puede observar una reforestación a base de  pinos. La montaña del primer plano con su masiva presencia, amenaza con crecer y crecer, para apoderarse de toda la pintura.

Loma de los Angeles. 1993.
En las montañas de Trujillo, la siembra del café,  le da un verdor agradable a la fisonomía del paisaje. Los campos de cultivo forman rectángulos  de distintas tonalidades, como en  un damero multicolor. La imágen corresponde a  un pequeño valle,  donde se asienta el pueblito de Borbusay.

Borbusay.1993.
Abajo presentamos la Laguna Negra, con el pico Mucuñuque en el  fondo. Está situada   por encima  de los 4000 metros de altitud y es uno de los paisajes del páramo, más apreciados por los turistas que nos visitan. Es una laguna de origen glaciar, cuyas aguas negras  deben  su coloración a las algas.

Laguna Negra.1996.