sábado, 8 de enero de 2011

La cultura andina.

La gente de los Andes gusta de parrandear, cuando se encuentra alegre. Cualquier pretexto sirve para ello, como por ejemplo un cumpleaños, una celebración religiosa dedicada a un Santo o el bautizo de un niño. La música de cuerdas típica de los Andes anima el espíritu y nos hace recordar los buenos tiempos, de manera sana.
Abajo pinté tres tipos populares en una típica Parranda. Ellos tocan el violín, el cuatro y las maracas. Es una pintura al óleo de 100 x 80 cm. trabajada con bastante detalle. Está hecho con una técnica tradicional de pintura en varias etapas. He usado veladuras y esmaltes para lograr mayor realismo en la imitación de las superficies.

De Parranda. 2000.
La guitarra es un instrumento de cuerdas que se toca aquí en Los Andes para acompañar  a los cantantes.

Guitarrista. 1992.
Hay campesinos viejos que tocan el violín por oído, sin haber estudiado en academias de musica. Son gentes que sienten la música en lo profundo de su ser y disfrutan tocando.

Viejo violinista. 1992.
En la ciudad de Tovar se celebra cada dos años un festival del violín, con músicos de todo el país. Allí los mejores violinistas de los campos nos deleitan con sus valses andinos, merengues, cumbias y joropos. Desde temprano se reúnen en la plaza para los ensayos. Es un espectáculo al aire libre, donde todo el mundo puede acercarse, deleitarse con las melodías  y hablar con los músicos. La gente quiere saber de donde vienen y que canciones nuevas traen. Es un intercambio de ideas y estilos musicales muy fructífero.

Tocando entre amigos. 1993.
El ambiente de la plaza y la iglesia al fondo, sirve de marco perfecto para este colorido festival del violín.

El músico. 1993.

viernes, 7 de enero de 2011

Por los caminos de los páramos.

Carreteras de alta montaña.


Los viajes a través de  las altas montañas del estado Mérida ofrecen vistas  bonitas. Las carreteras suben con bastante pendiente siguiendo una trayectoria de curvas que casi se enroscan sobre sí mismas. Si miramos hacia arriba, vemos las cumbres más altas y el cielo azul. Si miramos hacia abajo veremos profundos barrancos y precipicios por donde serpentea algún río. Son vistas sublimes que lo ponen a uno nervioso.

Francisco Rivero. Camino de montaña. 1993.

La vía Trasandina.


La Carretera Trasandina, que atraviesa los Andes, pasa por casi todo el estado Mérida. Fue construida en 1925, durante el gobierno del general Juan Vicente Gómez. Este hombre gobernó al pais de manera dictatorial desde 1908 hasta  su muerte en 1936. Gómez contrató una compañía inglesa para construir la carretera. En ellas trabajaron campesinos y presos de manera "voluntaria". Su trazado es bastante sinuoso. Se dice que se hizo de esta forma, para tener a los presos ocupados el mayor tiempo posible.
La vista de abajo es desde un lugar bastante alto, que domina casi todo el valle del Río Chama. Es una pintura en técnica mixta de pastel con lápices de colores, sobre papel marrón.


Francisco Rivero. Caretera Trasandina. 2006.
Cuando la vieja Carretera Trasandina se inclina hacia las cumbres, surgen ante nuestra mirada paisajes de tonalidades frías. Los pinos y los cipreses ponen una triste nota de soledad y nostalgia.


Francisco Rivero. El camino del páramo. 1995.
 Hacia la tarde, la neblina densa resbala desde los cerros elevados, envolviendo el paisaje  en un manto blanco que lo cubre todo.
Francisco Rivero. Bajando la neblina. 1993.
Durante el mediodía  los rayos inclementes del sol, lanzan reflejos por todos lados. Abajo muestro un paisaje hecho en una técnica mixta de acrílica sobre cartón marrón.


Francisco Rivero. El Camino de los pueblos del sur. 1997.


Antes de llegar la paso de montaña más alto de la Carretera Trasandina, hay una posada llamada la Casa de los cien Techos. Esta pintura está hecha con pequeñas manchas de color, al estilo de los pintores impresionistas.

Francisco Rivero. Casa de los cien techos. 1995.

jueves, 6 de enero de 2011

Pintando flores con óleo y pastel.

Pintar flores es una  de las desviaciones más tentadoras de la pintura, ante la cual muchos sucumben de manera irremediable. ¡ Cuántos verdaderos talentos se han perdido entre el perfume intoxicante de las rosas y las gardenias! Todos hemos pintado flores, alguna vez en nuestra vida, como una manera de aprender a dominar el color,  las luces y la composición, pero una vez logrado los objetivos, debemos parar esta actividad. Como yo soy matemático, para mi la pintura es el arte de resolver problemas de composición en dos dimensiones. Las flores son tan bonitas que cualquier cosa que uno haga con ellas le queda bien. Pero despùes de hacer lo mismo miles de veces, entonces caemos en el aburrimiento. Como dice un refrán, en la variedad está el gusto.
Así pues dejemos las flores para los enamorados y pintemos otras cosas que ofrezcan problemas más difíciles de resolver.
Aquí presento algunas flores pintadas hace mucho tiempo. Las dos primeras son pinturas al óleo, creo que fueron copiadas de uno de esos libros, que enseñaban a pintar en cinco fáciles lecciones. Son dos   muestras de arte "Kitsch" bastante florido.  Las otras tres son creaciones originales pintadas  al pastel.

Rosas en un jarrón azul. 1973.
 Me gustan las flores que aparecen en la pintura de abajo. Estas han sido pintadas en una gama amarillo-ocre, lo cual es poco común. Son flores expresan el caracter fuerte y decidido de las mujeres de mediana edad, que van directo al grano.

Flores de campo. 1973.
Los eternos girasoles no podían faltar aquí. Están hechos usando una técnica mixta de lápices de colores con pasteles duro. Perdón, Van Gogh.


Girasoles. 1993
 Este ramo de rosas, modelado con un entramado de líneas multicolores, crea una superficie pictórica algo crispante y compleja. La cercanía del objeto hacia el espectador, al igual que la iluminación fantástica, como un flash fotográfico, crean una atmósfera inusual. Las flores parecen que están gritando. Es un tipo de arte neurótico o romance complicado, muy apropiado  para las almas atormentadas.

Rosas. 1973.
Usando papel con fondo negro pinté esta flor de cala, solitaria en medio de la media noche. Ella transmite una sensación de soledad,  silencio, misterio y austeridad.

Cala. 1994.

El sencillo encanto de pintar a la aguada

Hay cosas en la vida que producen un discreto encanto, por evocar de viejos recuerdos. La pintura a la aguada, con sus tonalidades color café es una de ellas. La pintura a la aguada es como las viejas fotos de la familia. Algo que miramos en nuestros momentos más intimos.
La  aguada es una técnica entre la acuarela y el dibujo. Es semejante al guache. Su color marrón se obtiene por medio de una tinta china que, al aplicarla sobre un papel de acuarela, produce efecos de transparencia. Puede ser de otro color, pero siempre monocromática.

Pintar una aguada es una experiencia sabrosa y agradable como tomarse un buen café. La pluma recorre el papel, sin ninguna prisa. Es algo que hacemos para disfrutarlo nosostros mismos. ¿Que tal este paisaje?

Un prado junto al río. 1997
Estos cerros con sus taludes escarpados son un  motivo inspirador. La plumilla recorre las formas, deteniéndose en cada detalle, como una ardilla curiosa saltando entre  las ramas de un àrbol. Las distintas gradaciones de las sombras se obtienen agregando más agua al pincel.


Cerros de Cacute. 1997.
 La aguada da un toque de dignidad y prestancia a los paisajes.

Más alla de la otra banda del río. 1997.
En algunas ocasiones, unas cuantas  pinceladas anchas, dan un efecto de mucha plasticidad y frescura a la obra. La pintura china posee una hermosa cualidad de sencillez y seguridad en el trazo. Esto es algo que trato de expresar en esta aguada.

Cabaña cerca de una montaña. 1997.

miércoles, 5 de enero de 2011

Pintura al oleo. El atardecer en Mérida

La pintura al pastel de un atardecer.


Cuando la tarde está a punto de caer, los últimos  rayos del sol iluminan algunos objetos de manera espectacular. Son rayos de luz dorada que van incendiando las formas un poco antes  de desaparecer en la penumbra.
Este contraste entre las zonas iluminadas con ricos colores y las sombras frías, abre ante nuestros ojos un mundo de posibilidades artísticas. Las imágenes a nuestro alrededor se transforman de manera extraña. 

El sol juega con los rayos de colores y se complace en crear un espectáculo deslumbrante.
Lo espiritual entonces se hace presente. A esa hora del crepúsculo surgen sensaciones de  felicidad, hermandad con todos los hombres y mujeres de la tierra, así como también un fuerte sentimiento de armonía con la naturaleza. 

Es el momento justo cuando, sin darnos cuenta, nosotros oramos y alabamos a Dios por habernos brindado la posibilidad de vivir otro día.

Mucuchíes . Francisco Rivero. pastel
Mucuchíes. Por esas calles tranquilas. 1996.

La montaña se viste con un manto dorado, aderezado con joyas de todos los tipos: diamantes, amatistas, jade, rubíes y esmeraldas.

Atardecer en Mérida, Francisco Rivero. Pastel
Atardecer sobre el río Chama. 1993.


La cúpula de una iglesia es como un faro que brilla sobre el horizonte.

Cúpula 1. 1996.
Desde distintos angulos cambia la iluminación radicalmente.

Iglesia en Lobatera. 1996.
Una iglesia al final de la callecita que desciende, se ilumina de repente, con mil colores inesperados. Es una sorpresa para la vista.

Calle de Tovar. 1996.

martes, 4 de enero de 2011

La pintura al pastel aceitoso.

Las barras de pintura al pastel aceitoso se deslizan suavemente por la superficie del papel, permitiendo un acabado semejante al óleo. Con este medio se crea  una técnica, con características muy propias, entre el dibujo y la pintura. Las superficies se colorean con trazos en distintas direcciones, que al cortarse unos con otros, crean un entramado luminoso, de aspecto agradable. Luego podemos mezclar aún más los colores frotándolos con nuestros dedos. También es posible utilizar un pincel empapado en trementina, para dar retoques finales.
Recientemente, he realizado algunos bocetos con estas barras de color. Son pequeños apuntes de color, que han sido hechos como estudios previos para pinturas al óleo.

Paisaje de Merida. 2010.
Estos paisajes han sido trabajados sobre cartulina de color gris claro. El color de fondo, que  aflora en algunas partes, se incorpora bien a la gama cromàtica, creando armonía en el conjunto.

Santo Domingo. 2010.
En el siguiente bosquejo de un pequeño pueblo, usé pastel aceitoso. Pinté varias capas de tal forma que la pintura formara una capa gruesa. Luego la mezclé usando un pincel humedecido con trementina. Esto nos da un efecto más acabado, con brillo de cera. Hay que pintar una y varias veces sobre el mismo lugar, para matizar los empastes de color.


Pueblo del Páramo. 2010.


La figura humana sirve como pretesto, para este estudio de luces y sombras.

Agricultor. 2010.
Con el pastel aceitoso, se facilita mucho,  hacer bosquejos en un corto tiempo, llenos de brillantes colores. En el estudio de abajo, yo trabajé con un papel blanco de grano grueso, similares a los usados para pintar en acuarela.

Galería de seis retratos. 2010.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El encanto de la pintura ingenua


Pintura ingenua.

La pintura ingenua permite a uno expresar sus sueños y sentimientos,  de manera  directa y  sincera. Lo mejor de esta técnica es que, uno  puede usar  un lenguaje propio y personal, evitando  así las reglas tradicionales de la pintura. Es un arte  narrativo, donde   las imágenes están al servicio de la palabra y  las ideas. Nosotros   podemos establecer como regla única   que los símbolos  empleados sean claros y reconocibles por todos,  de manera inmediata.

 
La denominación naíf, naif o naïf (del francés naïf, 'ingenuo') se aplica a la corriente artística caracterizada por la ingenuidad y espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y contrastados y la interpretación libre de la perspectiva o incluso la ausencia de ella. ( Wikipedia)


Hace algunos años,  paseando por San Rafael de Mucuchíes, sucedieron cosas extrañas. Me impresionaron mucho unas grandes piedras  a la orilla del  camino. Un rayo de luz amarilla iluminaba los cerros erosionados en el  fondo: Parecían  como panes  recién salidos del horno. Una señora y su hija iban caminando hacia nosotros, sobre un camino rojizo. Ellas  regresaban a casa después de la misa. Parecía que el tiempo se había detenido y que no avanzaban. Yo traté de poner todo aquello dentro de una pintura.

Regreso a casa. Francisco Rivero.
Regreso a casa. Francisco Rivero. 2004.

La era.

La era es un molino de trigo al aire libre, en tiempos pasados muy común en las montañas andinas. En Mérida se cultivaba el trigo intensamente desde la conquista y colonización. DEbidoa la erosión causada por eset cultivo en laderas tan empinadas, se suspendió en 1950.
Cerca de aquel lugar vi seis mulas. Estaban girando en círculos en una era, ( Molino circular),  donde trillaban el trigo. Aquella visión se  grabó en mi mente y la pinté de memoria.

La Era. Francisco Rivero.
La era.Francisco Rivero. 2004.

Lugareña. 


Hay una hermosa novela sobre la vida en el páramo de Mérida, llamada LugareñaSu autor es  José María Parra, quien era un medico y escritor de Mucuchíes, publicó esta obra   en 1900. El personaje principal de esta obra es una  joven del campo, quien deslumbra a todos por su gracia y belleza. Después de leer esta novela, que me gustó mucho, hice  un retrato imaginario de la joven Lugareña.

Lugareña. 1999.

Niña con mascotas. 


A mi  hija le gustan  las mascotas. Ella tenía un  Poodle, un par de  tortugas y un loro. Lo que ustedes pueden ver abajo, es el  retrato que hice de ella junto a sus queridas  mascotas. Es un lienzo al óleo de 60 x 80 cm.

La niña con sus animalitos. 1996.
Otro día  pinté  a mi hija mientras contaba  con los dedos. En realidad fue un encargo para una ocasión muy especial, porque  se celebraban los diez años de  la Escuela Venezolana para la Enseñanza de las Matemáticas. Los organizadores del evento me  solicitaron algo  especial para ilustrar el folleto, relacionado con el número diez. Enseguida pensé en los diez dedos de la mano. El número diez es el protagonista de esta pintura. La niña está contando hasta el diez con sus deditos, con la mirada de frente hacia el espectador..

Contando. Francisco Rivero. 2015
Contando. Francisco Rivero .2005.
 

Pintando las matemáticas. 


Fui comisionado para  otro  trabajo del mismo tipo  al año siguiente. Pero esta vez, yo debería representar   al número once. Creo que fue  algo difícil y  me tomó bastante tiempo. Finalmente, decidí pintar una relación de tipo matemático. Junto a ella coloqué a  once niños que simbolizan los once distintos tipos de aprendizaje.

Los Aprendizajes. Francisco Rivero.
Los aprendizajes.Francisco Rivero.  2007.