sábado, 30 de marzo de 2013

El carpintero jabao.




Esta mañana me levantó un carpintero jabao ( Melanerpes rubricapillus)  con su canto muy singular. Una especie de ronquido muy seguido Erhhhh-Erhhhh-Ehhhh-Erhhhh. Es un canto con un sonido seco, muy áspero y que se repite con una alta frecuencia o como dicen los músicos “ritmo acelerado”. Su nombre científico, siguiendo la notación de Linneo, lo identifica muy bien. La palabra Melanerpes, que corresponde a la especie, quiere decir trepador negro. La palabra rubricapillus, quiere decir “de cabello rojo”. Su lomo es negro con pintas blancas que forman rayas transversales.
Francisco Rivero. Carpintero jabao. 2013.

 Este trabajo está hecho con una técnica mixta de creyón de acuarela y lápiz de grafito, sobre cartulina Fabriano.
Este carpintero vino a comerse unos cambures que puse anoche sobre un muro en el patio. Después volvió a su casa hecha por él, sobre el tronco de un viejo y corpulento guanábano. El carpintero es para mí un ave que, aunque poco vistosa y de canto horrible,  representa muy bien el valor del trabajo, algo que hemos perdido los habitantes de esta América del Sur. Si lo declaramos ave nacional nos podría ayudar mucho. Nuestra ave nacional es el majestuoso Turpial, de bello plumaje y canto exquisito, que va picoteando frutas hermosas aquí y allá, es todo un galán de de la sabana, que enamora con su canto. Es un ave especial de la cual hablaré más adelante.
Dejemos pues al carpintero en su trabajo de construcción. Por allí cerca pasaron dos paraulatas y una de ellas dijo
Dentro de aquel agujero
Vive un viejo carpintero
la otra le respondió
Es carpintero jabao
y se la pasa ocupao

viernes, 29 de marzo de 2013

El azulejo de montaña.




En la casa de montaña, allá en la población de Mucurubá a 2500 metros de altura, hay en el patio una higuera muy frondosa cuyos frutos deliciosos atraen a  los pájaros del lugar. Los verdes higos al madurar adquieren una coloración violeta y la pulpa se vuelve  blanda y agradable. Los pájaros la picotean y se alimentan. 
Allí he visto en temporadas azulejos, copetones, golondrinas, cotingas y los ciotes que son de todo el año.

Hoy dos azulejos saltaron de mi árbol al del vecino, una mata de limonsón (especie de grapefruit o toronja amarga) de hojas verde profundo y grandes frutos amarillos que parecen melones brillando al sol. 
Estuvieron un rato mirándome y luego volaron rasante hasta el final del pueblo. Son pájaros bastante ariscos que no se dejan sorprender. Los azulejos tienen muy mal genio  y se atacan entre ellos.  

El azulejo posee un bello plumaje que muestra casi todos los tonos del azul, desde el más claro y ceniciento en su cabeza, hasta el azul índigo de la cola, pasando por azul verdoso de brillo metálico en las alas. Sus negros ojos escrutan el panorama con temor.
Francisco Rivero. Azulejo y toronjas. 2013.

La población de aves en el páramo merideño no es muy abundante. Quizás esto se deba  a la altura o bien  la tala indiscriminada de árboles para convertirlos en leña o artesanía. El cínaro, el alizo, el say-say, el pino laso y otras especies autóctonas casi han desaparecido. También la agricultura de esta zona emplea gran cantidad de pesticidas y fertilizantes, que generan muchas ganancias para las industrias químicas de los países “avanzados” pero son una amenaza para la vida. ¿ Cuando vendrá una verdadera revolución ecológica que se encargue de estos temas?

viernes, 22 de marzo de 2013

Sangre de toro. Las penas y las alegrías.




Nuestra fauna presenta miles de combinaciones de formas y colores que no dejan de sorprendernos.
En los meses de marzo, abril y mayo vemos un pajarito rojo y negro que salta entre las ramas de los árboles buscando insectos para alimentarse. Aparece después de las lluvias, cuando aumenta la población de insectos. Es un visitante asiduo de la meseta de Mérida, lo he visto en la parte baja, hacia el sur (Los Guáimaros) como también en los bordes del barranco del río Chama (El Carrizal). Esta ave que se encuentra en la región del sur del lago de Maracaibo, Colombia y Mérida,  es un atrapamoscas conocido como Sangre Toro (Pyrocephalus rubinus), según la clasificación del libro Guía  de Las aves de Venezuela de William Phelps y Rodolphe Meyer de Schaunsee (1978).
Hice un bosquejo con creyones de pastel seco sobre papel de dibujo Fabriano de 160 gr.

Francisco Rivero. Sangre de toro. 2013.

Este pajarito que se dedica a cazar insectos con su pico bien afilado,  casi no le tema al hombre. Podemos acercarnos bastante a él para apreciar la belleza de su plumaje de un rojo profundo carmesí en el pecho cabeza y cuello y de un negro azabache en el lomo, la cola y una banda que va desde el pico hasta la rabadilla. Esta combinación de rojo y negro, bastante inusual, contrasta con el verde de la vegetación, lo cual puede traer problemas para la supervivencia de esta especie. Debemos cuidarlo mucho y protegerlo. ¿Cuántos niños  conocen de esta ave? ¿Cuántos maestros?  Ayer vi un sangre de toro, casualmente,   posándose en un árbol enfrente de una escuela donde estudia mi nieto. Eran las cinco de la tarde y los niños salían corriendo con sus uniformes de rojo y azul, como una bandada de pájaros asustados.
Me inspiré y escribí estos versos sencillos.

Pajarito sangre de toro
Rojita como el coral
No ríes como los loros
Ni cantas como el turpial.
Pero el negro de tu lomo
De azabache mineral
Y tu cabeza encendida
De  rojo como el rosal
Son las penas y alegrías
Que nos hacen suspirar
iluminando la vida
En esta tarde especial

miércoles, 16 de enero de 2013

El color del verano. La supremacía del amarillo.




Ya comienza en verano en Venezuela y la naturaleza cambia sus colores en respuesta a la sequía y el sol abrasador. El amarillo es el rey de los colores en esta época del año. Amarillo ámbar, cadmio, cromo y el indio de los pomos de colores se apoderan de mis lienzos y lanzan sus rayos dorados. Es una luz intoxicante del atardecer que hiere la pupila y derrite las formas, la que me interesa. La luz crepitante  entre el seco follaje como una llama de matices bermejos y naranjas, se impone en cada pincelada. 
Francisco Rivero. calle de Ejido. 2013.

En estos lienzos de formato 40x50 trato de atrapar el calor de las calles de Ejido en una clave de amarillo, casi monocromático. Apenas unos tonos ocres, verde claro limón  y carmesí rompen con la monotonía.  Son motivos sencillos de calles en perspectiva que se fugan al infinito. Sin embargo los tonos cálidos amarillos y ocres le restan profundidad y hacen ver un paisaje más plano.
Francisco Rivero. Paisaje de Ejido. 2013.

miércoles, 9 de enero de 2013

Por las calles de Ejido.





Ejido, pequeña urbe.

Ejido es una pequeña ciudad de unos 100 mil habitantes, pegada a Mérida, hacia el sur. Con un crecimiento acelerado sus calles  antes tranquilas cada vez se vuelven más agitadas por el intenso tráfico. Su recia estampa colonial lucha para no desaparecer, bajo la picota del progreso y poder preservar algo del pasado para mostrarlo a sus futuros habitantes.  Las viviendas desaparecen para convertirse en comercios. Hay algunos vestigios que hablan de la pequeña urbe rodeada de bucólicos cañaverales, bucares, trapiches y limpias quebradas.

Todavía se conservan algunas fachadas decoradas con molduras y ventanales de balaustre que le dan un carácter único. En estos días de enero hay bellas mañanas de cielos azules y luminosos, que contrastan con el colorido de las casas y los rojos tejados. En las tardes una luz ambarina se filtra entre las nubes y produce efectos insospechados en sus calles. Por las calles de Ejido se ven todavía algunas cosas pintorescas que reflejan la inocencia de un pueblo, que se niega a ser ciudad.

Francisco Rivero. El camino de la escuela. 2013.    

 La Iglesia de Montalban y su pequeña plaza son lugares de descanso y meditación. Su torre es una copia de la de la Catedral de Mérida.

Francisco Rivero. Iglesia de Montalban. 2013.


Antiguamente se entraba a Ejido, viniendo desde Tovar, por una pequeña calle lateral a la Plaza. Es la Calle Industria. Por esta calle entraron los Comuneros del Socorro y Simón Bolívar en su primera visita a Mérida en Mayo de 1813, hace exactamente 200 años. El alcalde debería darle un cariñito y remozarla.


Francisco Rivero. calle Industria. 2013.


Nos despedimos con una vista d  la misma calle pero hacia la parte sur, saliendo hacia la Avenida Centenario. Al fondo los cerros erosionados en tonalidades violetas y azuladas nos dan esa sensación de lejanía del resto de Venezuela.


Francisco Rivero. La Tarde. 2013.