domingo, 2 de noviembre de 2014

San Antonio Abad protector de los animales.




Por ahí va caminando por el desierto, un hombre solitario,  rodeado de vacas, caballos, ovejas, cerdos, gallos y gallinas. Un  hombre viejo que se apoya en un bastón, vestido con una humilde túnica marrón y calzado con  sandalias de cuero desgastadas de tanto uso. Pasó ochenta años en la soledad llevando una vida de ermitaño, este Santo que hoy presento en este oleo de tamaño 100x 80 cm. Según la leyenda Antonio Abad, nacido en Egipto cerca del año 330 D.C. fue tentado por el demonio en varias ocasiones.  Quizás lo salvó su humildad y su sencillez de verdadero cristiano.
No se confunda este santo con el otro San Antonio, que es el de Padua, Santo de Portugal, a quienes las muchachas solteras solicitan sus favores e invocan en sus rezos para conseguir un novio.  También San Antonio ayuda a recuperar objetos extraviados.  Sin  embargo en la población de Mérida, cuando algún objeto perdido en la casa,  lo buscamos como loco y no lo conseguimos, invocamos a el alma de Gregorio Rivera.
Francisco Rivero. san Antonio Abad, 2014.

San Antonio de Padua vivió en el año 1200 y conoció a San Francisco de Asís. Quizás por esto es más venerado en tierras americanas, siendo el santo Patrono de muchos pueblos, además de ser un poco más moderno, pues cuando hay Santos nuevos, los viejos no hacen milagros, como dice un viejo adagio. DE cualquier manera, es bueno conocer la vida de tantos Santos y Mártires de la iglesia, que vivieron en mucha humildad como Jesucristo y sintieron en su corazón el llamado de Dios.
Este cuadro lo pinté por un encargo de mi hermana menor María de los Ángeles Rivero Mendoza. Ella tiene un proyecto de una fundación para proteger a los animales abandonados, sobre todos los perros de la calle. Según me dicen, San Antonio Abad es también el Santo Patrono de los Veterinarios.
En la toponimia de los pueblos de Venezuela se encuentra este nombre de Antonio. Así pues tenemos a
San Antonio del Táchira, San Antonio de Tabay (Mérida) y San Antonio de los Altos (Miranda).  Seguro estoy de que hay más bellos pueblos que llevan el nombre de San Antonio en Venezuela, pero,  o bien  no me recuerdo o los desconozco. Me entero, gracias al Internet que en poblaciones del estado Lara como El Tocuyo, Curarigua, Sanare, Barquisimeto, Carora, y Quibor, así como también en los estados Portuguesa, Yaracuy y Falcón se celebran fiesta en honor a este Santo.
Escudriñando un poco más en el libro de Francisco Martínez “Diccionario Geográfico del Estado Mérida” (1959), descubro que hay 17 caseríos diseminados en la geografía de nuestro Estado que llevan este nombre.  Ninguno de ellos pasaba  de los 150 habitantes. Quizás por esos pueblitos de gente humilde se pasea San Antonio Abad y nadie se da cuenta.


Para mí,  la imagen de  San Antonio Abad   se representa en aquel borrachito que anda para arriba y para abajo por esas calles de Dios con una botella de miche claro, canelita o cualquier aguardiente barato. Aquel que los niños insultan al pasar con groserías y le tiran piedras. El pobre hombre abandonado por todos, que se cubre su cuerpo con trapos en las madrugadas frías y que al verlo bajar  por la cuesta  de Zumba de los barios más humildes de la ribera del Albarregas  exclaman las viejas del vecindario:
-Allá va Toñito con su manada de perros realengos.

lunes, 29 de septiembre de 2014

San Francisco De Asís.




En el mes de Octubre, el día 5, celebramos a San Francisco. San Francisco es una figura de leyenda, un Santo  que trasciende su condición humana, inculcando valores de humildad, desprendimiento material, solidaridad y protección a la naturaleza. Por eso es el santo de los ecologistas.

Francisco Rivero. San Francisco. 2014.

Este es un lienzo pintado al óleo de 60x90 cm.  Es una figura sencilla y algo primitiva, tomada del pintor del Tocuyo, Estado Lara, pero la he modificado sustancialmente, añadiendo un fondo con un paisaje bastante natural. Además le puse un entorno de pajaritos para darle más alegría a la escena. El cielo de un azul pálido, hace que resalte bastante la túnica marrón del santo, dándole mucha presencia dentro del cuadro. San Francisco está meditando en Dios y un poco indiferente de lo que sucede a su alrededor. Tiene los estigmas  de Cristo en sus manos y pies. Además sostiene una biblia en una mano y en la otra lleva la cruz.
En Venezuela es famoso el llamado Cordonazo de San Francisco, que no es otra cosa que un fenómeno meteorológico que se da el 5 de octubre. En esa fecha se da inicio a un pequeño ciclo de invierno y caen unos tremendos palos de agua. La gente entonces se acuerda del santo cuando tienen la casa inundada. Recuerdo que cuando niño mi familia era pobre y vivíamos en casas viejas alquiladas, que tenían goteras. Mi madre le prendía una vela a San Francisco para que el invierno no fuera a ocasionar daños los chaparrones de San Francisco.
Vale la pena leer el Cántico del Hermano Sol, por su profundo amor  hacia la Naturaleza.

domingo, 29 de junio de 2014

Páramo de Mérida : Pinturas al oleo.



 Los páramos del frailejón. 

La pintura al oleo de los paisajes de Mérida es una gran experiencia. La vista se recrea con tantos colores y formas. Las altas montañas se retratan en el espejo plateado de las lagunas. El agua corre saltarina entre las quebradas, bajando desde los fríos ventisqueros.
Los hielos glaciares han modelado a lo largo de milenios un paisaje único de páramos solitarios y mágicas lagunas atrapadas en valles en forma de U. 


Si tomamos la ruta del páramo que sale de la ciudad de Mérida., después de unos 40 Km, llegamos al lugar más alto del camino. A mano derecha tendremos los picos más altos de la Cordillera de Santo Domingo, como el Mucumpiche a 4420 metros, el Mucuñuque a 4672 metros y el Mucui a 4010 metros. Estos picos  son fácilmente visibles desde el camino. Impresionante serranía de picos escarpados, donde la acción de las fallas geológicas, unida a la intervención de erosiva de los hielos glaciares han modelado a lo largo de milenios un paisaje único de páramos solitarios y mágicas lagunas atrapadas en valles en forma de U, de belleza impresionante como la Laguna Negra,, la Laguna La Grande, Laguna de Mucubají, donde nace el río Santo Domingo, Laguna de Los Patos, Laguna Victoria, y otras más de gran atractivo para el visitante. Para poder admirarlas debemos bajarnos del vehículo y adentrarnos a pie en la montaña. Son excelentes caminatas en donde respiramos el aire puro de la sierra, rodeados de una vegetación única en el mundo, con especies vegetales que logran adaptarse a estas alturas.


Paisajes de lagunas.


El Frailejón (Espeletia), esa planta de flores amarillas sostenidas por tallos blancos y largos como el algodón, es la reina del páramo en la altura de más de 3000 m. Ellas cubren los lomos de los cerros y las orillas de las lagunas formando una especie de alfombra por donde resbala la luz del sol mañanero. Entre estas plantas hay otras que también florecen de blanco, morado, rojo y naranja compitiendo todas entre sí, y creando una sinfonía de colores que alegra la visión.


Laguna de Mucubaji. Francisco Rivero. 2014



 Al llegar al punto más alto del camino, a 3604 metros, es recomendable detenerse y refugiarse del frío en uno de los varios cafetines que existen en la zona, donde se puede conseguir chocolate caliente y comida, para reponer las energías. Este lugar se llama el páramo de Mucubají, y desde aquí se inicia el descenso hacia los llanos.






Laguna. Francisco Rivero, Acuarela. 2010.




 Los alrededores que son de gran atractivo, por las praderas cubiertas de vegetación menuda y las lagunas en medio de valles de origen glaciar. Podemos apreciar las especies autóctonas de la zona del páramo como el frailejón, el chispeador, el tabacote y el coloradito: un árbol pequeño de corteza rojiza que se da en éstas alturas.

 Si tomamos un desvío de la carretera a mano derecha, siguiendo un camino estrecho y asfaltado, como de un kilómetro de longitud, llegaremos hasta la Laguna de Mucubají. 


Laguna de Mucubaji. Francisco Rivero. 1999.


Es una laguna de origen tectónico, como casi todas las de la zona y está sembrada de truchas. Desde allí se puede emprender una excursión a pie o a caballo, que los hay en alquiler para los turistas, hasta la Laguna Negra. En una caminata de aproximadamente una hora y media se llega hasta la orilla de la laguna, que debe su nombre al color oscuro de las montañas que la circundan, el cual se refleja en sus aguas. Más arriba de esta laguna, como a tres horas de camino en un trayecto un poco más forzado, se encuentra la Laguna de Los Patos. Vea más pinturas al oleo en este mismo blog.  Más pinturas del páramo.


En los atardeceres el páramo cambia sus colores por los tonos rojizos y naranjas del sol poniente. Sobre la lejanía azul de los montes los arreboles de color violeta se alargan hasta el infinito.

Frailejones. Francsico Rivero. Oleo. 2015.




 Las hojas de los frailejones cual espadas de plata, proyectan sus sombras misteriosas sobre la tierra calcinada por el sol. En la soledad del páramo apenas destaca una pequeña vivienda o la línea blanca de una carretera. Es una escena nostálgica de una belleza inefable.

Atardecer en el Páramo. Francisco Rivero. 2014.

domingo, 22 de junio de 2014

Los paisajes de Mérida Venezuela: El páramo.



Pintando   el paisaje del páramo de Mérida, Venezuela. 

 Siempre ha sido para mí  una experiencia agradable hacer una caminata de montaña. Especialmente en la Sierra Nevada de Mérida, una región con un ecosistema muy particular de páramo en los Andes Tropicales. El aire es delgado y transparente dejando ver todo de manera nítida.  El colorido de sus flores, lagunas, cielos y montañas se desparrama sobre el lienzo creando escenas de gran luminosidad y atractivo visual. 
Estos paisajes son únicos: una vegetación de alta montaña que se adapta  las alturas de más de 4000 metros, días soleados y noches frías, presentando  formas y colores pintorescos que se destacan en lo oscuro de sus riscos de piedra. 


Laguna del páramo merideño. Francisco Rivero. 2014.
Laguna. Francisco Rivero. 2014

Lagunas de origen glaciar.


Fuimos al páramo en el mes de enero, cuando el cielo es más azul. Junto a mi hermano Jesús y el amigo José Sierra, un senderista veterano, ascendimos algunos cientos de metros, después de dejar el vehículo en la Laguna de Mucubají.  Siempre andando despacio, pues el aire es poco denso en estos lugares. Desde un lugar alto se puede contemplar a plenitud las nieves del pico Mucuñuque, detrás de la Laguna Negra. Las flores amarillas del frailejón contrastan con el verde profundo de los pinares y las aguas oscuras de las lagunas. La luz parece irradiar de todas partes. 


Pintando las lagunas del páramo.


Después de comer una tortilla con pan y un poco de vino, la conversación amena de cuentos de montaña no se hizo esperar. Un poco más abajo de donde acampamos había una pequeña laguna cuyas aguas eran completamente verde. Pese que era un efecto del vino. Pero luego me acerque a ella y lo comprobé con mis propios ojos.


Es  una suerte para los venezolanos poder contar con estos lugares de esparcimiento donde el aire puro y la naturaleza nos hacen sentirnos más saludables y relajados. Este entorno de paz y tranquilidad es lo que trato de expresar en estas dos obras. Son pinturas al oleo de 60x60 cm.

Laguna Verde. Francisco Rivero. 2014