El Perro Nevado.
Asi comienza nuestra historia....
En una brumosa tarde junio del año de 1813, se detuvo una escolta de
caballería frente a la casa de Moconoque, sitio distante una legua de la villa
de Mucuchíes, para entonces el lugar más elevado de Venezuela. La casa
parecía desierta, pero apenas habrían dado dos o tres toques en la puerta,
cuando instintivamente los caballos que estaban más cerca retrocedieron
espantados. Un enorme perro salió a la mitad del camino dando furiosos
aullidos. Era un animal corpulento y lanudo como un carnero, de la raza
especial de los páramos andinos, que en nada cede a la muy afamada de los
perros del monte de San Bernardo.
Ante la actitud resuelta y amenazadora del perro brillaron de súbito diez o
doce lanzas enristradas contra él, pero en el mismo instante se oyó a espaldas
de los dragones una voz de mando que en el acto fue obedecida:
- ¡No hagais daño a ese animal! !Oh, es uno de los perros más hermosos que
he conocido¡
Era la voz del Brigadier Simón Bolívar, que cruzaba los ventisqueros de los
Andes con un reducido ejército. Por algunos momentos estuvo admirando
al perro que parecía dispuesto a defender por sí solo el paso contra toda la
escolta de caballería, hasta que el dueño de la casa, Don Vicente Pino, salió
a la puerta y lo llamó con instancia.
- ¡Nevado! ... ¡Nevado! ¿Qué es eso?
El fiel animal obedeció en el acto y se volvió para el patio de la casa gruñendo
sordamente. Su pinta era en extremo rara y a ella debía el nombre de Nevado,
porque siendo negro como un azabache, tenía las orejas, el lomo y la cola
blancos, muy blancos, como los copos de nieve. Era una viva representación
de la cresta nevada de sus nativos montes.
caballería frente a la casa de Moconoque, sitio distante una legua de la villa
de Mucuchíes, para entonces el lugar más elevado de Venezuela. La casa
parecía desierta, pero apenas habrían dado dos o tres toques en la puerta,
cuando instintivamente los caballos que estaban más cerca retrocedieron
espantados. Un enorme perro salió a la mitad del camino dando furiosos
aullidos. Era un animal corpulento y lanudo como un carnero, de la raza
especial de los páramos andinos, que en nada cede a la muy afamada de los
perros del monte de San Bernardo.
Ante la actitud resuelta y amenazadora del perro brillaron de súbito diez o
doce lanzas enristradas contra él, pero en el mismo instante se oyó a espaldas
de los dragones una voz de mando que en el acto fue obedecida:
- ¡No hagais daño a ese animal! !Oh, es uno de los perros más hermosos que
he conocido¡
Era la voz del Brigadier Simón Bolívar, que cruzaba los ventisqueros de los
Andes con un reducido ejército. Por algunos momentos estuvo admirando
al perro que parecía dispuesto a defender por sí solo el paso contra toda la
escolta de caballería, hasta que el dueño de la casa, Don Vicente Pino, salió
a la puerta y lo llamó con instancia.
- ¡Nevado! ... ¡Nevado! ¿Qué es eso?
El fiel animal obedeció en el acto y se volvió para el patio de la casa gruñendo
sordamente. Su pinta era en extremo rara y a ella debía el nombre de Nevado,
porque siendo negro como un azabache, tenía las orejas, el lomo y la cola
blancos, muy blancos, como los copos de nieve. Era una viva representación
de la cresta nevada de sus nativos montes.
Francisco Rivero. Nevado. 2012. |
Leyenda del Libertador y Nevado.
Una leyenda es un buen motivo pictórico. La pintura al óleo de Bolívar y el perro Nevado que aparece en este Post, fue realizada en dos semanas. En primer lugar, y lo más difícil quizás es recoger lo esencial del hecho narrativo. ¿Qué es lo más importante en la leyenda? ¿Qué símbolos entran en juego? El paisaje de Mérida y sus páramos, el amor de Bolívar hacia la naturaleza, a través de su perro, y la altura de las montañas que se relaciona con los grandes y más puros ideales y la incorporación de los indios en el proceso de independencia.
Para el fondo del paisaje usé una técnica de capas difusas muy suaves. La figura de Bolívar y el Perro han sido trabajadas casi en escorzo y a contraluz, con sombras naturales que le dan bastante realismo y corporeidad. El primer pleno es un prado de vegetación andina muy típica, donde la luz juega con las formas apretujadas creando haces luminosos de mucho crispamiento. Al fondo, la casa del Señor Pino en Moconoque, humaniza al paisaje solitario del páramo.
Francisco Rivero. Bolívar y Nevado. 2012. |
Continuemos pues con la narración de Tulio Febres Cordero:
¿Qué había sido de Tinjacá y de Nevado? Tratándose del perro del Libertador,
Urdaneta y su oficialidad averiguaron inmediatamente con los derrotados por
su paradero, pero nadie dio razón y se temió que hubiese caído otra vez en
manos de los españoles. Pero esto no era cierto, porque sabedor Calzada de
que el perro se hallaba en el combate de Mucuchíes hizo las más escrupulosas
pesquisas para descubrirlo, allanando al intento la casa y hacienda del señor
Pino su primitivo dueño; pero todo fue en vano: Tinjacá y Nevado no se
volvieron a ver. Parecía que se los había tragado la tierra.
Meses después, cuando Bolívar y Urdaneta se vieron en Pamplona por
primera vez después de estos desastres, aquel supo con tristeza la historia
del perro, y admirando la fidelidad y valentía del indio, exclamó con
entera seguridad.
- ¿Sabe usted, Urdaneta, que abrigo una esperanza?
- Espero conocerla, general.
- Pues creo que mi perro vive y que lo hallaré cuando atravesemos de nuevo
los páramos de los Andes para libertar a Venezuela.
- No era la primera vez que Bolívar hablaba en tono profético.
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