domingo, 31 de marzo de 2024

La Mata, La Parroquia y Alto Chama.

 

Sin lugar a dudas, la pintura es un arte relajante, que además de eso, nos ayuda a comprender muchas cosas. Para pintar hay que saber interpretar el espacio físico en su dimensión euclideana ( conociendo la técnica de la perspectiva lineal y aérea) y por otro lado, la parte espiritual. Hoy presento una pintura inspirada en tres lugares interconectados. Son tres lugares de Mérida en donde transcurre buena parte de mi vida. Salgo a caminar casi todos los día por estos contornos agradables rodeados de altas montañas, verde vegetación y atravesados por dos ríos El Chama y el Allbarregas.

Los ríos que crecen.

El Albarregas divide la Mata de La Parroquia, por lo cual están unidas por dos puentes, que la gente llama de manera algo ingenieril y pomposa los Enlaces Viales. El Albarregas tiene un caudal con considerable y en su cauce rocoso encontramos especies vegetales de gran tamaño , como los bucares, ceibos, matapalos y bosques de bambúes En medio de este cruce de ríos también ofrenda sus aguas la temible quebrada La Pedregosa, la cual se enfurece en la estación lluviosa y amenaza con desbordarse. De hecho, ya se ha desbordado en el pasado, destruyendo la calzada y llevándose algunas casas y comercios que se instalaron en sus orillas. La gente no respeta el cauce de los ríos y por eso ocurren muchas tragedias.

La Mata, La parroqui y alto Chama. Francisco Rivero.


Pinte este cuadro al oleo de 100 x 80 cm, hace bastante tiempo. Es una vista panorámica, tomada desde un lugar elevado sobre la carretera panamericana que conduce a la población de Jají. Trate de captar la luz de las 10 de la mañana. Muchos paisajistas venezolanos coinciden en afirmar que es la mejor hora para pintar en el trópico, cuando las sombras no son tan oscuras. Los cuadros van cambinado con el tiempo como las personas, y a este en particular, lo he ido retocando con el pasar de los años hasta quedar de esta manera en forma definitiva. El cuadro cambia de acuerdo a mi estado de ánimo. Gracias a las fotos digitales he podido guardar las distintas etapas de esta metamorfosis.


Las modificaciones.


Este otro cuadro es aun más camaleónico. He sido bastante irrespetuoso con la idea que tuve al comienzo, lo he modificado una y otra vez, pero nunca he quedado completamente satisfecho con los resultados. La idea de superponer varias capas de pintura, una sobre las otras, da como resultado una superficie vibrante de muchos matices. Ha cambiado tantas veces que ya no recuerdo la pintura original. Es un paisaje del campo en la parte baja de Ejido, donde hay cultivos de caña de azúcar, hermosos bucares y los viejos trapiches donde se cocina la miel de la caña. Mi objetivo era reproducir esos colores naranjas de las flores de los bucares, que contrastan con el verdor de los cerros.

Un detalle importante en este cuadro es el tipo de luz, algo pálida y suave, que corresponde a un atardecer después de la lluvia. La blanca niebla se levanta del suelo y sube por los cerros. El primer plano es de un camino de tierra o camellón que sale del cañaveral, nos hace participar de la acción pictórica y conduce la vista hacia el trapiche.

Los Bucares. Francisco Rivero.


Modificar un cuadro completamente es un ejercicio difícil que plantea muchos problemas. Se corre el riego de perder la fuerza y el dinamismo del cuadro original, y en lugar de eso se obtiene una pintura muy manoseada y relamida, sin expresión. He dañado algunos cuadros con esta manía de perfeccionar las cosas. Sin embargo, otras veces he tenido la suerte de mejorar el trabajo original. En estas etapas de transición, cuando uno se encuentra dudoso, hace falta la opinión de otras personas. Por eso es importante mostrar nuestro trabajo al público y saber escuchar las criticas...