Ejido, pequeña urbe.
Ejido es una pequeña ciudad de unos 100 mil habitantes,
pegada a Mérida, hacia el sur. Con un crecimiento acelerado sus calles antes tranquilas cada vez se vuelven más
agitadas por el intenso tráfico. Su recia estampa colonial lucha para no
desaparecer, bajo la picota del progreso y poder preservar algo del pasado para
mostrarlo a sus futuros habitantes. Las viviendas desaparecen para convertirse en comercios. Hay algunos
vestigios que hablan de la pequeña urbe rodeada de bucólicos cañaverales,
bucares, trapiches y limpias quebradas.
Todavía se conservan algunas fachadas decoradas con molduras
y ventanales de balaustre que le dan un carácter único. En estos días de enero
hay bellas mañanas de cielos azules y luminosos, que contrastan con el colorido
de las casas y los rojos tejados. En las tardes una luz ambarina se filtra
entre las nubes y produce efectos insospechados en sus calles. Por las calles
de Ejido se ven todavía algunas cosas pintorescas que reflejan la inocencia de
un pueblo, que se niega a ser ciudad.
Francisco Rivero. El camino de la escuela. 2013. |
La Iglesia de Montalban y su pequeña plaza son lugares de descanso y meditación. Su torre es una copia de la de la Catedral de Mérida.
Francisco Rivero. Iglesia de Montalban. 2013. |
Antiguamente se entraba a Ejido, viniendo desde Tovar, por una pequeña calle lateral a la Plaza. Es la Calle Industria. Por esta calle entraron los Comuneros del Socorro y Simón Bolívar en su primera visita a Mérida en Mayo de 1813, hace exactamente 200 años. El alcalde debería darle un cariñito y remozarla.
Francisco Rivero. calle Industria. 2013. |
Nos despedimos con una vista d la misma calle pero hacia la parte sur, saliendo hacia la Avenida Centenario. Al fondo los cerros erosionados en tonalidades violetas y azuladas nos dan esa sensación de lejanía del resto de Venezuela.
Francisco Rivero. La Tarde. 2013. |
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