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jueves, 15 de febrero de 2018

Recordando a Tovar en una Pintura al óleo.



Pintando al oleo los paisajes de Tovar. 

La ciudad de Tovar en el Estado Mérida, es un motivo para mis pinturas al oleo. Ella se extiende en un pequeño valle, rodeado de verdes montañas. El clima es algo cálido y agradable. Su gente  alegre, parrandera  y muy sociable. Sus mujeres hermosas.

Tovar, Oleo de Francisco Rivero, Mérida, Venezuela.
Francisco Rivero. Tovar. 2000.

Pinte este cuadro al óleo de formato grande 80 x100 cm. Hace algunos años y lo he estado retocando desde entonces. Es una vista desde la carretera de Zea en un cuadro que nunca se termina....
Se puede apreciar los primeros barrios de la parte de abajo en Sabaneta, la iglesia de estampa colonial en el casco central, la hermosa galera- una formación montañosa de gran atractivo y El Llano. También se observa la plaza de toros. Desde allí se desprende la carretera trasandina que nos conduce hacia Bailadores y más allá al Páramo de la Negra.

Calle de Tovar, Francisco Rivero, Oleo 1986. Mérida, Venezuela.
Calle de Tovar. Francisco Rivero. Oleo. 1988.


Sus calles estrechas que se empinan hacia el cielo evocan nuestros años de infancia. Los patios de viejas tapias con matas de naranja y limoneros refrescan el aire del atardecer.  Son imágenes gratas para el recuerdo que nos llenan  de felicidad. Recordando a Tovar es un tema intermitente en mi pintura al oleo.

Calle de Tovar, Francisco Rivero, Oleo 1986
Calle de Tovar. Francisco Rivero. Oleo. 1988.


Tovar ha sido llamada por los poetas la Sultana del Mocotíes, por su relación tan íntima con el río del mismo nombre, que la baña con sus aguas siempre cantarinas. Rodeada de una naturaleza ubérrima, con una temperatura agradable de 21.5 o C y en medio de montañas y valles secundarios de gran atractivo, Tovar ha sido siempre cuna de hermosas mujeres, campesinos laboriosos, escritores y artistas de mucha imaginación. La población se asienta a 952 metros de altitud sobre una terraza amplia de origen aluvial, que culmina en el cauce del río hacia la parte baja, formada por los sedimentos arrastrados por las quebradas que nacen en la cordillera a lo largo de miles de años. Se encuentra atravesada por la carretera Transandina, a 75 kilómetros al sur oeste de Mérida.

La iglesia de Tovar.


Vista de Tovar, Francisco Rivero, Oleo Mérida Venezuela, 2003.
Iglesia de Tovar. Francisco Rivero. Oleo. 2015.



La iglesia de Nuestra Señora de Regla, patrona de Tovar se encuentra en el lado Oeste de la Plaza Bolívar. De estilo tradicional, con fachada rectangular y una torre cuadrada en el lado izquierdo, esta rematada por un hermoso frontis de tres torres.
Su construcción fue bastante lenta y se inicia en 1850 con el esfuerzo constante del Prebístero Dr. Juan Bautista Arias. En 1894 sufrió bastante la estructura por los embates del terremoto y la cúpula se desplomó. El pueblo cristiano de Tovar se dedicó con denuedo a reconstruirla y en poco tiempo la iglesia se encuentra nuevamente en pie.
En 1978 por decreto de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico fue declarada Monumento Histórico por su valor como pieza arquitectónica de gran valor. Desde 1994 se realizan trabajos de restauración de su fachada de mampostería en ladrillo original, así como el piso de mosaico, el coro y los nichos laterales.

viernes, 22 de diciembre de 2017

La Sierra de la Culata o Sierra del Norte.

Sierra de la Culata. Ubicada entre los estados Mérida y Trujillo.


Cada vez que volteamos la mirada hacia el norte nos encontramos con esta montaña tan interesante e imponente a cuyos pies se encuentra la meseta de Mérida.  Escudriñamos con atención la variedad de colores que reverberan en los  distintos matices del verde y el azul, su relieve tan familiar, desde las suaves lomas de los cerros, aledaños al casco de la ciudad, como el Cerro de las Flores, Los Maitines, La Hechicera o la Calera. Unas montañas siempre verdes que dan frescor  y un clima agradable  a Mérida. 
Montaña de fuertes pendientes por cuyos pequeños valles internos, se desprenden  ríos y quebradas de aguas espumosas.  En lo alto, domina todo el panorama la formación rocosa de la Cara del Indio, con sus blancas piedras de granito que brillan al sol, evocadoras de antiguas leyendas.
Una muy corta lección de Geografía:

Francisco Rivero. Sierra del Norte. 2017.

La Cordillera Andina al entrar a Venezuela se divide en dos sierras, en el Páramo El Tambor,  hacia el sur de Chiguará, y ambas corren paralelas y separadas por el cauce del río Chama: La Sierra nevada de Mérida y La Sierra del norte. La Sierra del Norte se eleva hasta alturas de 4762 metros en el pico Piedras Blancas. La carretera Trasandina atraviesa la Sierra en el Pico del Águila en uno de los pasos de montañas más altos de América Latina a más de 4000 metros.

La geología de la Sierra.

El origen de toda esta masa montañosa, fue un largo proceso de formación que ocurrió en varias etapas en las distintas eras geológicas, comenzando con  el precámbrico en el periodo primario cunado se formaron las rocas ígneas que vemos en la cara del Indio. Luego vinieron levantamientos de la corteza terrestre en tres oportunidades, sin embargo, fue en el período terciario, cuando la tierra se levantó por última vez, formando elevadas montañas como ocurrió también  en los Alpes, Los Himalayas y otros lugares. En los años 60 se descubrió la teoría del choque de las placas tectónicas, que dio una explicación científica a todos estos movimientos. De repente la tierra empezó a moverse con una fuerza interna, llamada Orogénesis (Formadora de montañas) y ocurrieron estos levantamientos finales en el eoceno-superior (Era cenozoica), hace 56 millones de años, cuando los dinosaurios se habían extinguido y las aves dominaban el planeta.

Así  pues, la Sierra del Norte tiene una historia muy antigua que se pierde en el tiempo.
En las gélidas  aguas de sus lagunas se refleja el azul del cielo. El amarillo de las flores del frailejón son puntos de colores que brillan con el sol.   Hay una sensación profunda de silencio y soledad. Apenas el ladrido de un perro de algún campesino que ha ido a pescar. Nos sentimos en otra dimensión lejos del bullicio de la ciudad, en un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. La altura y el poco oxigeno nos causa una breve sensación de mareo, pero luego se nos pasa.

La Culata. Francisco Rivero.
La Culata. Francisco Rivero.



Parque Nacional Sierra de la Culata.



El Parque nacional Sierra La Culata es un parque nacional de Venezuela que se encuentra localizado en el ramal nor-oriental de Los Andes venezolanos, en los estados Mérida y Trujillo. Fue decretado parque nacional el 7 de diciembre de 1989. Posee un clima de alta montaña tiene temperaturas que oscilan entre los -2° C y los 24° C. Su superficie es de 200.400 hectáreas. ( Wikipedia)

Hice una caminata con unos amigos desde la ciudad de Mérida, subiendo hacia la Sierra. Después de una hora de camino, paramos en el punto más alto. Vimos un paisaje espectacular que arranca desde la faldad e la montaña en el sector la Pedregosa y al fondo una serie de verdes montañas que parecen pirámides gigantes. En lo alto, recortándose contra el azul del cielo, la formación rocosa llamada la Cara del Indio. 
Hice esta pintura al pastel sobre cartulina gris, como testimonio de aquella visión fantástica de una naturaleza salvaje.


Sierra de La Culata. Francisco Rivero.
Sierra de la Culata. Francisco Rivero.



domingo, 12 de junio de 2016

Pinturas al oleo: El Frailejón.




Pinturas del páramo.

El frailejón es una planta endémica del norte de la América del Sur. Su hábitat natural son las altas montañas a más de 3000 metros de altura, en los páramos. Cuando florece de amarillo crea un mundo de color fantástico.



Francisco Rivero. Frailejones en el páramo. 2016.

Al atardecer los rayos casi horizontales del sol le dan una distinta coloración a este paisaje. Las hojas plateadas del frailejón son como miles de espadas relucientes. Los paisajes del páramo son unos de los temas favoritos de mi pintura. 

Francisco Rivero. Laguna plateada. 2016.  


Ambos son cuadros al oleo de 50x60.

domingo, 29 de junio de 2014

Páramo de Mérida : Pinturas al oleo.



 Los páramos del frailejón. 

La pintura al oleo de los paisajes de Mérida es una gran experiencia. La vista se recrea con tantos colores y formas. Las altas montañas se retratan en el espejo plateado de las lagunas. El agua corre saltarina entre las quebradas, bajando desde los fríos ventisqueros.
Los hielos glaciares han modelado a lo largo de milenios un paisaje único de páramos solitarios y mágicas lagunas atrapadas en valles en forma de U. 


Si tomamos la ruta del páramo que sale de la ciudad de Mérida., después de unos 40 Km, llegamos al lugar más alto del camino. A mano derecha tendremos los picos más altos de la Cordillera de Santo Domingo, como el Mucumpiche a 4420 metros, el Mucuñuque a 4672 metros y el Mucui a 4010 metros. Estos picos  son fácilmente visibles desde el camino. Impresionante serranía de picos escarpados, donde la acción de las fallas geológicas, unida a la intervención de erosiva de los hielos glaciares han modelado a lo largo de milenios un paisaje único de páramos solitarios y mágicas lagunas atrapadas en valles en forma de U, de belleza impresionante como la Laguna Negra,, la Laguna La Grande, Laguna de Mucubají, donde nace el río Santo Domingo, Laguna de Los Patos, Laguna Victoria, y otras más de gran atractivo para el visitante. Para poder admirarlas debemos bajarnos del vehículo y adentrarnos a pie en la montaña. Son excelentes caminatas en donde respiramos el aire puro de la sierra, rodeados de una vegetación única en el mundo, con especies vegetales que logran adaptarse a estas alturas.


Paisajes de lagunas.


El Frailejón (Espeletia), esa planta de flores amarillas sostenidas por tallos blancos y largos como el algodón, es la reina del páramo en la altura de más de 3000 m. Ellas cubren los lomos de los cerros y las orillas de las lagunas formando una especie de alfombra por donde resbala la luz del sol mañanero. Entre estas plantas hay otras que también florecen de blanco, morado, rojo y naranja compitiendo todas entre sí, y creando una sinfonía de colores que alegra la visión.


Laguna de Mucubaji. Francisco Rivero. 2014



 Al llegar al punto más alto del camino, a 3604 metros, es recomendable detenerse y refugiarse del frío en uno de los varios cafetines que existen en la zona, donde se puede conseguir chocolate caliente y comida, para reponer las energías. Este lugar se llama el páramo de Mucubají, y desde aquí se inicia el descenso hacia los llanos.






Laguna. Francisco Rivero, Acuarela. 2010.




 Los alrededores que son de gran atractivo, por las praderas cubiertas de vegetación menuda y las lagunas en medio de valles de origen glaciar. Podemos apreciar las especies autóctonas de la zona del páramo como el frailejón, el chispeador, el tabacote y el coloradito: un árbol pequeño de corteza rojiza que se da en éstas alturas.

 Si tomamos un desvío de la carretera a mano derecha, siguiendo un camino estrecho y asfaltado, como de un kilómetro de longitud, llegaremos hasta la Laguna de Mucubají. 


Laguna de Mucubaji. Francisco Rivero. 1999.


Es una laguna de origen tectónico, como casi todas las de la zona y está sembrada de truchas. Desde allí se puede emprender una excursión a pie o a caballo, que los hay en alquiler para los turistas, hasta la Laguna Negra. En una caminata de aproximadamente una hora y media se llega hasta la orilla de la laguna, que debe su nombre al color oscuro de las montañas que la circundan, el cual se refleja en sus aguas. Más arriba de esta laguna, como a tres horas de camino en un trayecto un poco más forzado, se encuentra la Laguna de Los Patos. Vea más pinturas al oleo en este mismo blog.  Más pinturas del páramo.


En los atardeceres el páramo cambia sus colores por los tonos rojizos y naranjas del sol poniente. Sobre la lejanía azul de los montes los arreboles de color violeta se alargan hasta el infinito.

Frailejones. Francsico Rivero. Oleo. 2015.




 Las hojas de los frailejones cual espadas de plata, proyectan sus sombras misteriosas sobre la tierra calcinada por el sol. En la soledad del páramo apenas destaca una pequeña vivienda o la línea blanca de una carretera. Es una escena nostálgica de una belleza inefable.

Atardecer en el Páramo. Francisco Rivero. 2014.

domingo, 22 de junio de 2014

Los paisajes de Mérida Venezuela: El páramo.



Pintando   el paisaje del páramo de Mérida, Venezuela. 

 Siempre ha sido para mí  una experiencia agradable hacer una caminata de montaña. Especialmente en la Sierra Nevada de Mérida, una región con un ecosistema muy particular de páramo en los Andes Tropicales. El aire es delgado y transparente dejando ver todo de manera nítida.  El colorido de sus flores, lagunas, cielos y montañas se desparrama sobre el lienzo creando escenas de gran luminosidad y atractivo visual. 
Estos paisajes son únicos: una vegetación de alta montaña que se adapta  las alturas de más de 4000 metros, días soleados y noches frías, presentando  formas y colores pintorescos que se destacan en lo oscuro de sus riscos de piedra. 


Laguna del páramo merideño. Francisco Rivero. 2014.
Laguna. Francisco Rivero. 2014

Lagunas de origen glaciar.


Fuimos al páramo en el mes de enero, cuando el cielo es más azul. Junto a mi hermano Jesús y el amigo José Sierra, un senderista veterano, ascendimos algunos cientos de metros, después de dejar el vehículo en la Laguna de Mucubají.  Siempre andando despacio, pues el aire es poco denso en estos lugares. Desde un lugar alto se puede contemplar a plenitud las nieves del pico Mucuñuque, detrás de la Laguna Negra. Las flores amarillas del frailejón contrastan con el verde profundo de los pinares y las aguas oscuras de las lagunas. La luz parece irradiar de todas partes. 


Pintando las lagunas del páramo.


Después de comer una tortilla con pan y un poco de vino, la conversación amena de cuentos de montaña no se hizo esperar. Un poco más abajo de donde acampamos había una pequeña laguna cuyas aguas eran completamente verde. Pese que era un efecto del vino. Pero luego me acerque a ella y lo comprobé con mis propios ojos.


Es  una suerte para los venezolanos poder contar con estos lugares de esparcimiento donde el aire puro y la naturaleza nos hacen sentirnos más saludables y relajados. Este entorno de paz y tranquilidad es lo que trato de expresar en estas dos obras. Son pinturas al oleo de 60x60 cm.

Laguna Verde. Francisco Rivero. 2014

lunes, 14 de abril de 2014

Creyones de cera.



Creyones de cera.
Una cajita pequeña de unos 24 creyones de cera ( o pasteles al aceite) descubrí dentro de una gaveta de mi escritorio a comienzos de abril. Estaban tirados allí en el mayor olvido. Los saqué pues iba a hacer una limpieza y me quedé mirándolos un rato. 
Francisco Rivero. Vista1. 2014.

Era un día de abril cuando caen las  primeras lluvias del año y la montaña comienza a reverdecer. Los grandes árboles de araguaney con sus flores amarillas, las copas color violeta de los corpulentos apamates, los bucares, las casa blancas del primer plano, todo comenzó a brillar de repente en mis pupilas y la naturaleza elevó un himno primaveral que llegó hasta mis entrañas.

Francisco Rivero. Vista 2. 2014.
 Me vi  envuelto en aquel tumulto de colores y luces y quise dejar algo sobre un pedazo de cartulina, utilizando los creyones de cera. Fue una inspiración súbita que me hizo pintar todos los cerros de los andes por donde he pasado gran parte de mi vida.
Francisco Rivero. Vista3. 2014.

Gracias a Dios que podemos expresar estas ideas de vida, amor y armonía. El mundo es maravilloso. Compartir el asombro ante tanta belleza es lo menos que podemos hacer.
Espero que les gusten estos pequeños bocetos hechos a la carrera, pero con bastante pasión, fuerza constructiva  y amor.
Francisco Rivero. Vista 4. 2014.