martes, 26 de enero de 2021

Un ramillete de flores

 Un Ramillete de flores.

Uno de los temas favoritos de los pintores son las flores. Ellas permiten desarrollar una amplia gama de combinaciones  de colores con bastante libertad y creatividad individual. Las flores trasmiten la sensación de belleza, lozanía y frescura.

¿Por qué las flores tienen colores tan llamativos?

Esos colores tan atractivos de las flores en las plantas  tienen una función bien definida: atraer a los insectos y a los pájaros para que la polinización  y poder  así  reproducirse.


Rosas rojas. Francisco Rivero. Pastel.
Francisco Rivero. Flores 1. 2021.



Los colores de las flores se deben a las moléculas de pigmentos que se acumulan en sus pétalos -y a veces en otras partes de la flor. Así como la clorofila proporciona el color verde de las hojas y los tallos.  Hay pigmentos de varios tipos que, combinados, dan lugar a un rango de colores muy amplio.

Están, por ejemplo, los carotenoides que también son los responsables del color rojo, naranja o amarillo de muchos frutos, o los alcaloides como la betaína que da su color rojo sangre a la raíz de la remolacha.

Pero los pigmentos florales más extendidos en las diferentes especies son los flavonoides, que normalmente producen pigmentos de color azul y amarillo

Hay muchas maneras de pintar las flores, dependiendo de los distintos tipos de especies, pero también de la técnica empleada, así como la forma de presentación.

El jarrón de flores en el arte europeo.

El bouquet de flores en un jarrón, jarra o florero es una de las imágenes más representativas de la cultura occidental.   En las primeras pinturas al óleo, en los inicios del renacimiento aparece ya el florero cómo un motivo esencial en algunos cuadros religiosos.  Tal es el caso del Retablo de Mérode del pintor flamenco Robert Campin que tiene en la parte central la Anunciación en donde hay una estancia ricamente decorada con una mesa en el centro. Es una pintura sobre tabla de tres paneles que se halla en el Museo metropolitano de Nueva York.  Sobre la mesa vemos un libro, un candelabro y un bello jarrón que contiene tres lirios blancos.

Durante el periodo barroco en Holanda y Flandes, encontramos muchos pintores de género, algunos de ellos especializados en flores cómo  por ejemplo Jan Van Huysum. Más adelante a comienzos del siglo XIX nos encontramos con la obra de Arnoldus Bloemers, otro gran pintor de flores de estilo bastante realista.  Durante el romanticismo, tenemos pocos ejemplos de naturalezas muertas y flores.  Quizás, por ser un tema de carácter sereno y reflexivo, en contradicción con el sentido agitado y heroico de este movimiento.

Rosas amarillas. Francisco Rivero.2021.
Flores amarillas. Francisco Rivero. 20121.


En el arte moderno, el tema de las flores reaparece. Algunos pintores franceses como Claudio Monet y Pierre Augusto Renoir, fueron  amantes de los jardines y las flores. Nos han dejado excelentes pinturas en este género.

Pintores postimpresionistas como Vincent van Gogh, pintó los famosos doce girasoles en 1888, inspirado en otros girasoles de Monet.  Paul Gaugin, Odilón Redon, Valloton , Paul Cezanne y otros también pintaron flores en algún momento, cada uno dentro de su estilo particular. Un pintor naïf   como Henri Russeau pintó varios jarrones de flores de colores llamativos en composiciones bastante simétricas.

En el siglo XX, la artista norteamericana Georgia O´Keefe pintó flores de gran tamaño, que tienen gran movimiento y colorido.

El clásico Bouquet.

Las flores en ramilletes o bouquets , esto es  formando un conjunto de unas cuantas sobre un fondo indefinido, son  una buena opción para el principiante, por la sencillez del dibujo.

Bouquet. Francisco Rivero.
Bouquet. Francisco Rivero. 20121


Pinté varias flores al pastel sobre cartulina de colores. Son arreglos bastante clásicos que vienen en las revistas de pintura. Emplea una gama de colores muy suaves al pastel, bsajo unas iluminación tenue. Todo es relajante para la vista.

jueves, 21 de enero de 2021

La Paradura del Niño.

 La Paradura en el Estado Mérida, Venezuela.

Estamos a comienzos de año en un día luminoso del mes de Enero. Hoy   asistimos a casa de unos viejos amigos, quienes celebran hoy la paradura del niño. Una vez traspasado el umbral de la vivienda, se percibe la actividad propia de los preparativos del ritual en el hogar doméstico donde ya vemos a los invitados que van llegando y se sientan en sillas de suela o bancas de madera alrededor del pesebre.Un olor a hallaca que viene de la cocina, entretejido con los efluvios perfumados del encinillo, díctamo y demás hierbas del pesebre se cuela entre las puertas y postigos de las ventanas. 

La gente se ubica de acuerdo a su jerarquía y grado de filiación con la familia hasta llenar la pequeña sala: los mayores del círculo familiar en los puestos de adelante, muy próximos al pesebre, y la gente joven o parientes más alejados hacia la parte de atrás e inclusive fuera del recinto en los corredores, el saguán y el patio central donde se van formando grupos de conversación muy animada.

 


La Paradura del niño. Francisco Rivero. Oleo
La Paradura. Francisco Rivero. 1995.


La Paradura se celebra cualquier día, entre el primero de enero y el 2 de febrero. Pinte un gran cuadro de 80  x 100  cm. con este tema. Creo que lo tiene mi sobrino Leonardo Rivero allá en Madrid.

Nos sentamos en el corredor de la casa a conversar con Juan, el dueño de la casa, quien hace poco nos ha presentado a sus padres, un par de ancianos cercanos a los 80 años, de pelo blanco y rostro rubicundo curtido por el sol, quienes viven en una pequeña finca cerca de Mérida. Afuera en la calle ya comienzan a lanzar cohetes para anunciar a todo el mundo con orgullo, que hay una paradura en casa.

 

La Paradura  del niño en un ambiente de muy sano festejo


 La gente grande charla amigablemente y se ríe de cualquier cosa mientras los chiquillos corren de un lado a otro haciendo de sus tremenduras. Los músicos ya han llegado y son atendidos con mucha deferencia por los dueños de casa, sentándolos enfrente del pesebre en sillas previamente reservadas para ellos. Poco a poco van afinando los instrumentos que han traído para esta ocasión: violines, guitarras, tiples, cuatros y maracas.

 

Ahora comienzan a tocar música algo ligera y alegre como valses, joropos, paseos y merengues para animar el ambiente.

Juan y su esposa Isabel se van moviendo entre los invitados ofreciendo un blanco ponche andino en vasos pequeños, que la gente agradece con placer

- Este ponche le ha quedado muy sabroso- le digo a Isabel, mientras termino mi vaso con fruición no disimulada.

- Es ponche casero- nos comenta, lo hicimos acá en la casa con ron, leche condensada, flan y una pizca de canela.

 Traigan el bizcochuelo.

Mientras tanto en la cocina, las hijas de Juan y algunas primas trabajan como abejas en una colmena, preparando los platos y bebidas que se habrán de repartir. Ya el bizcochuelo ha salido del horno y los están cortando en tiras alargadas. Otras jóvenes voluntarias se encargan de ir calentando las hallacas en enormes ollas de barro. Isabel saca del escaparate de su cuarto una caja conteniendo las velas. Un hermano de Juan entra y sale de la cocina a cada rato, llevando cerveza fría de la nevera para repartir a sus amigos quienes se encuentran en la calle. La alegre algarabía del parloteo de las comadres, los gritos de los niños, y el ruido estruendoso de la pólvora crispan el ambiente de la casa.

 

De repente Isabel se acerca al pesebre, con las velas y le ordena a su esposo

- A ver Juan, dígale a la gente que se vaya acercando pues vamos a comenzar con la paradura del  niño.

- Vengan los cuatro padrinos para darles sus velas especiales- nos dice

 

Me acerco al pesebre junto con mi esposa, pues hemos tenido el honor de haber sido nombrados padrinos de la paradura, junto con otra joven pareja, familiares de Juan. Ser padrino significa honrar al niño, ejecutando el ritual con todos los pasos. Nunca son padrinos los dueños de casa, a menos que sea una paradura muy reducida en la estricta intimidad familiar.

 

Violinista, Francisco Rivero. 1992.
Violinista,. Francisco Rivero. 1992.

Los padrinos de la paradura, que siempre deben ser cuatro, recibimos velas especiales de un color llamativo, en este caso rojas, y al resto de los invitados se les entregan velas blancas o amarillas algo más pequeñas. La gente se pone toda de pie, y se hacen la señal de la cruz, mientras se van encendiendo las velas poco a poco. Y ahora comienza a escucharse el canto de los músicos quienes describen el proceso de la paradura en versos hexasílabos muy sencillos y llenos de gran devoción cristiana.

Los cantos de la paradura.

Dos hombres cantan a dúo en voz alta con tonos muy agudos los versos, mientras la música los acompaña. La imagen del niño la levantamos del pesebre y la colocamos en un pañuelo grande de seda, y ahora lo levantamos con cada una de sus puntas sostenida por uno de los padrinos. Luego lo paseamos en procesión, por todos los ámbitos de la vivienda y posteriormente por la calle, con los músicos encabezando el grupo, más atrás los padrinos y luego los invitados con las velas encendidas.

Pequeña paradura. Francisco Rivero. 1992.
Pequeña paradura. Francisco Rivero.


 

Mientras se lleva a cabo el paseo se oyen las descargas de mortero y los fuegos artificiales en el patio de la casa y la música de los violines en arpegios de gran emoción. Una vez concluido el paseo, la imagen del niño se vuelve a colocar, esta vez de pie, en el pesebre. Se apagan las velas, se hacen las peticiones por parte de los señores de la casa y luego cada uno de los asistentes besa la imagen del niño.


sábado, 16 de enero de 2021

Pinturas de los Andes.

 

Pinturas al oleo de los Andes: Viaje a Seboruco.

Hace ya bastantes años, en 1993 exactamente, hicimos un viaje a Seboruco para visitar los familiares de mi esposa. Salimos temprano pues el trayecto es largo. Además llevábamos carne para asar en Las porqueras, un parque muy bonito que se encuentra un poco  antes de llegar  a La Grita. En aquella época se viajaba de manera cómoda y segura por carretera. Había estaciones de servicio en donde surtían gasolina las 24 horas al día. En los sitios de parada para los turistas se podían consumir pasteles, empanadas y refrescos a precios bien solidarios.

Montañas del Táchira, Páramo de la Negra, Cuadro al oleo de Francisco Rivero. 1993.
Montañas del Táchira. Páramo de la Negra.Francisco Rivero. 1993.


Para pintar al oleo nada como hacer el viaje turístico desde la ciudad de Tovar a Seboruco es de hermosos paisajes, siguiendo la ruta de la vieja carretera Trasandina, que atraviesa páramos, valles y ríos. 


Un paisaje formado  a la medida del hombre, con campos de cultivos de papas, zanahorias y otras hortalizas que matizan de verde los suaves lomos de los    cerros. De repente, al final de una curva surge un pueblito envuelto en la neblina, con sus casas blancas y tejados de naranja intenso, destacándose entre oscuros pinares. La brisa trae aromas de campo, del cilantro, y del  cebollín. El  olor de los potreros se eleva lentamente  y la tierra fresca que brota  en los surcos dejados por el arado de los bueyes, agita los sentidos.  


Paisaje de la Grita. Pintura al oleo de Francisco Rivero. Año 1999.
La Grita. Francisco Rivero. oleo 1993.


Después de detenernos en Las porqueras, bajamos hasta la Grita. Entramos a la Basilica a visitar el Santo Cristo.

Plaza e Iglesia de Seboruco, Estado Táchira, Venezuela.. Francisco Rivero. Año 1992.
Iglesia de SEboruco. Francisco Rivero. 1993.


Al fin llagamos a Seboruco, un pueblo encantador de clima cálido con una iglesia muy especial pues tiene tres torres de campanario.  

PRINCIPALES ACTIVIDADES ECONOMICAS Zona que presenta una excelencia agrícola ya que se producen con alta calidad el tomate, cambur, café, caña panelera y cebollín como cultivos principales cuenta con unidades intensivas de explotación lechera y unidades extensivas con animales criollos y mestizos.

Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Municipio_Seboruco.


 Pintando en la Mesa de Ejido. 

Quise pintar un cuadro al óleo sobre un tema de los Andes. 

Cuando quiere ir hacia Jají desde Mérida, siguiendo otra ruta, entonces lo hace por La Mesa de Ejido. La Mesa es una toponimia muy común en estas regiones andinas.  ¿ Cuántos pueblos que se llaman La  Mesa hay en Mérida? 


  1. 1.                   Mesa de  Bolívar.
  2. 2.       Mesa de Quintero.
  3. 3.       Mesa de Moreno.
  4. 4.       Mesa Julia.
  5. 5.       Mesas de los Indios.
  6. 6.       Mesa de las Palmas.
  7. 7.       Mesa de Adrián.
  8. 8.       Mesa de Mococón.
  9. 9.       Mesa del Carmen.

Tomado de mi libro Visitando Mérida: 


 La Mesa de Ejido, como su nombre lo indica, está ubicada sobre una meseta bastante alta a 1.427 metros de altitud sobre el nivel del mar, a mitad del camino entre las tierras áridas de San Juan y el bosque frío y nublado de la Cordillera de La Culata. Sus suelos de origen aluvial son bastante fértiles. Esta posición tan estratégica, al disponer de un clima templado agradable, con una temperatura media de 19.1 °C, una precipitación media anual de 995 m.m. y estar cerca de las fuentes de agua, propició el establecimiento de comunidades indígenas desde la época precolombina. En la actualidad cuenta con una población de 3.784 habitantes.

Su Plaza Bolívar situada en la parte más llana de la meseta, ofrece jardines de flores primorosamente cuidados y pinos enanos, de copas esféricas, que forman laberintos entre las caminerías y bancos de cemento. Desde allí se observan algunos de los más hermosos paisajes de los Andes venezolanos.

En el centro de la plaza, se alza el busto del Libertador. Una sensación inefable de recogimiento, lírico encanto se respira en la Mesa de Ejido. De  recoleta intimidad,   la pequeña plaza, transmite un sentimiento de paz que proviene de su rústica sencillez y el casto silencio que reina en sus alrededores. Los tallos esbeltos de unas enormes palmeras, que dibujan sus siluetas frente al azul del cielo, semejan centinelas gigantes del poblado.

La Mesa de Ejido. Francisco Rivero.
La Mesa de Ejido. Francisco Rivero.



Su pequeña iglesia presenta una sola nave con crucero. Con techo de tejas a dos aguas, torre cuadrada y algo chata, es una construcción de estilo tradicional andino, de encantadora sencillez por su autenticidad arquitectónica. Posee una única entrada a través de una puerta doble de madera claveteada, en forma de arco ojival. La antigua iglesia se derrumbó y sobre ella se reconstruyo la actual en 1912. La puerta de madera es de la iglesia original. 

Nos despedimos, con una sabrosa torta de auyama de esas que venden en una esquina de la Plaza. Al llegar a casa pinté este paisaje de los Andes.