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martes, 9 de febrero de 2021

Pinturas al oleo de Ejido.




Pinturas de Ejido.

La pintura al oleo de Ejido, el pueblo más cercano a Mérida, ofrece algunas vistas interesantes. Ejido posee un clima muy especial marcado, por temperaturas cálidas especialmente en las horas de la tarde cuando el sol recalienta sus calles. 
Ya comienza en verano en Venezuela en este mes de febrero. y la naturaleza cambia sus colores en respuesta a la sequía y el sol abrasador. El amarillo es el rey de los colores en esta época del año. Amarillo ámbar, cadmio, cromo y el indio de los pomos de colores se apoderan de mis lienzos y lanzan sus rayos dorados. 

Es una luz intoxicante del atardecer que hiere la pupila y derrite las formas, la que me interesa. La luz crepitante  entre el seco follaje como una llama de matices bermejos y naranjas, se impone en cada pincelada. 
El cuadro de la izquierda es una perspectiva de la calle principal del pueblo, que conduce  a la plaza bajando hacia el oeste. La segunda vista la tomé desde una esquina de la plaza. Ambos son oleo sobre lienzo de  40 x 50 cm.


La Paza. Ejido. Francisco Rivero. Oleo. 2009.

A continuación cito algunos pasajes de mi libro Visitando Mérida. 

Ejido ha sido llamada con justicia por Tulio Febres Cordero “La ciudad de la miel y de las flores”. Este título tan dulce, se debe a sus tradicionales panelas con las que se preparan los dulces caseros de higo, leche y guayaba, así como la rica miel y las flores provenientes de sus campos. Desde la época colonial, en Ejido se procesa la caña en los trapiches, para producir las panelas que sirven para endulzar los platos de la cocina típica del Estado Mérida. 

La ciudad de la caña y de la miel.

Hacia el sur oeste de la Ciudad de Mérida, siguiendo la carretera Transandina, después de recorrer unos doce Kilómetros, nos encontramos con Ejido, la pequeña ciudad, situada a 1170 metros sobre el nivel del mar. El poblado se extiende  sobre una meseta de suave pendiente, de origen aluvial, en la margen derecha del río Chama. Posee una temperatura media de unos 21 C. Ejido tiene una población cercana a los 100 mil habitantes.

La población tiene por límites la quebrada Montalbán por el lado este, la quebrada La Portuguesa, por el lado oeste, el río Chama hacia el sur y hacia el norte colinda con las aldeas de El Manzano y El Salado. En sus alrededores abundan los cultivos de caña de azúcar, que se prolongan desde las fértiles vegas del Chama, hasta la parte montañosa, hacia el norte donde arranca la Sierra de la Culata, en aquellos lugares abundan las pequeñas fincas de  la caña, el plátano, las guayabas, los cafetos y otros cultivos trepan por las laderas, hasta alcanzar las aldeas de El Manzano y El Salado.

La ciudad está dividida en tres parroquias: Parroquia Matriz, hacia el oeste, Parroquia Montalbán hacia el este y la Parroquia Fernández Peña, hacia el sur de la ciudad. Hasta hace pocos años, la carretera Transandina atravesaba el poblado por la Plaza Bolívar. Hoy se tiene una vía alterna por la parte baja, llamada Avenida Centenario, la cual divide a la ciudad en dos sectores. 

Hacia la parte de arriba de dicha Avenida se ubica el casco central del viejo Ejido, el cual consiste de dos calles paralelas bastante largas, llamadas Fernández Peña y Bolívar, atravesadas por unas catorce transversales cortas. 


Calle principal de Ejido. Francisco Rivero. Oleo. 2009.




La Avenida Fernández Peña que corre en sentido este-oeste, nos conduce hasta la Plaza Bolívar en el casco central.
En los alrededores de la Plaza Bolívar se percibe un ambiente de pueblo andino por la presencia del mercado municipal y las tiendas que ofrecen todo tipo de mercadería, como cestas de fibra vegetal, relucientes machetes, ollas de barro, cobijas de lana, sacos de maíz, ramilletes de flores, etc. 

Acercándonos a la Plaza.

Muchos campesinos bajan de las aldeas vecinas a vender sus productos al mercado y a comprar los artículos manufacturados que no se consiguen en el campo. Sentado en un banco de la plaza, bajo la sombra de los chaguaramos, me detengo a conversar un rato con una señora que ha venido desde El Morro a visitar un familiar que se encuentra enfermo. Mientras ella espera el jeep que la llevará de vuelta, me habla acerca de las propiedades curativas de algunas yerbas como el diente de león y el poleo. 

La medicina tradicional basada en el poder curativo de las plantas, es un legado milenario de los indígenas, que se ha mantenido vivo de generación en generación por los habitantes de estas regiones. Los vehículos que se dirigen hacia las aldeas de Ejido se estacionan alrededor de la plaza y el mercado. Estos viejos jeeps, se reconocen por la gran cantidad de equipajes que llevan sobre el techo, como por ejemplo, bultos de papas, pacas de panela, racimos de cambures y otras cosas; además, sus vidrios están llenos de polvo y sus cauchos cubiertos por el barro de los accidentados caminos que deben transitar. Un pasajero de mejillas quemadas por el sol, toma un trago de miche de una botellita que guarda con mucho cuidado en el bolsillo interno de su chaqueta.

La Iglesia Matriz.


Enfrente de la plaza, vemos la bella Iglesia Matriz de Ejido, dedicada a San Buenaventura. De aspecto neoclásico, fue terminada de construir en 1907. Posee una fachada rectangular, dividida en dos cuerpos verticales, con pilastras de fuste estriado, que sostienen un friso con triglifos y metopas. En la parte de arriba, se tiene un pequeño frontón, semejante a un altar, con un arco acompañado de dos pequeñas pilastras a cada lado en forma simétrica, rematadas en el tope por una cornisa curvilínea, sobre la que se apoya una estatua de San Buenaventura. Tres puertas grandes de madera debajo de arcos con vanos permiten el acceso a cada una de las naves. 

Iglesia de Ejido. Frasncisco Rivero. 2000.


A ambos lados un par de torres simétricas octogonales, rematadas en cúpula, complementan el conjunto. La torre del naciente tiene cuatro relojes y la del poniente un campanario. El techo es a dos aguas y una gran cúpula sobre el ábside, le dan mucha fuerza y peso a la estructura. Por cierto que tanto las pequeñas cúpulas de las torres, como la del ábside, están revestidas de cobre recientemente, y resaltan bastante desde lejos.

Como la mayoría de iglesias de los pueblos andinos, la de Ejido ha sido erigida sobre un podio, de dos metros de altura en la parte delantera y que casi desaparece hacia el
ábside, para compensar el desnivel del terreno. 

Unas escalinatas a cada lado permiten subir a un pequeño atrio o galería en la parte delantera, bordeado por barandas de balaustre.
El interior de la iglesia es bastante suntuoso. La nave principal de gran tamaño está sostenida por gruesas columnas de fuste liso pintadas de color negro imitando el mármol, las cuales sostienen el techo mediante unas arcadas. En las paredes laterales se aprecian unos vitrales hermosos de motivos geométricos y florales. En la parte inferior de cada vitral se observan los nombres de las familias que, en algún momento, los donaron. 

Caminando hacia el altar, se abren un par de capillas, laterales dedicadas a algunos santos. El altar mayor contiene un retablo hecho de mármol blanco, con tres nichos que contienen las imágenes de San José y la Virgen Inmaculada hacia los lados, y San Buenaventura en el centro. También en la pared del ábside observamos un fresco que representa la sagrada familia. Sobre la puerta principal, sobre un vano, está situado el coro y una escalinata en espiral que da acceso al mismo. 

El piso de mosaicos blancos y negros, así como las decoraciones de las columnas, arcos y techos, imitando el mármol, le dan gran vistosidad y magnificencia a esta hermosa iglesia.
La Plaza Bolívar está circundada por algunas casas coloniales de dos pisos, el edificio de la alcaldía, la Policía, la Clínica y el portón de acceso al mercado. 


Continuamos nuestro recorrido en sentido contrario, siguiendo la Avenida Bolívar, y nos encontramos con una pequeña plaza dedicada a Justo Briceño, bajo la sombra protectora de dos enormes robles y un samán. Un jardín de rojos capachos le da colorido al contorno. Enfrente vemos una casa muy antigua con un portón azul. Es el Museo Histórico Religioso de Ejido que contiene la colección de objetos de Don Paco Ortega. La casa está en muy mal estado, pero recientemente se iniciaron los trabajos para el rescate de esta edificación.

Calles multicolores. 


El pueblo es de genio alegre y bullicioso- de casas multicolores y fachadas de todos los estilos y tamaños, abarrotadas de tiendas y pequeños talleres  reparación. Usando una técnica cubista hice este cuadro al oleo de 40 x 50 cm.
Para ver otros cuadros de ejido, Calles de Ejido.  

Calle de Ejido. Francisco Rivero. Oleo. 2009.


 

Pintura al oleo cubista de Ejido, Mérida, 

Inspirada en un ambiente algo caótico de  Ejido. con sus  un barriadas que crecen de forma algo anárquica, sus fachadas multicolores forman imágenes de caleidoscopio bastante poéticas. Hay gran cantidad de comercios con avisos que saturan la mirada. La  población que supera los cien mil habitantes ha sabido sobrevivir en esta crisis con bastante ingenio. Mucha gente hace  vida componiendo lo que se daña. 

Se arreglan planchas, se estiran zapatos, se reparan calentadores, se compra oro, se hacen camisas, se alquilan lavadoras chaca-chaca,  se venden hallacas por encargo, se dan clases de Matemáticas, se reparan colchones, se hacen contratos, se limpian  inyectores de Chevrolet, se muele maíz, se hacen canales, se hecha la buena suerte,…etc. Rótulos y más rótulos guindan de los portales. La gente se rebusca por todos lados.


Francisco Rivero. Ejido. 2017



El paisaje de ejido es del color del realismo mágico: en nítidos perfiles de rojo y amarillo se van pintando como en un cuadro al oleo, las   casas y edificios que se amontonan  formando pequeños barrios arrinconados entre el Chama y la montaña. 
Este cuadro que pinte hace unos días es una síntesis de todo esto. Parece una cobija de la abuela hecha de parches de tela. O como dirían los norteamericanos un “Country Quilt”. Es un cuadro muy  energético y   a la vez sofocante, en el mejor “estilo tortilla” que he estado usando últimamente.  Esta hecho en acrílico sobre un lienzo de 50 x 60 cm.
Calle Industrias. Ejido. Francisco Rivero. Oleo. 2009.



Algunas casa viejas de noble aspecto con altos ventanales de balaustre rematados en cornisas de tejas, se trasforman en carnicerías, farmacias  y abastos, de manera irreverente con el pasado, mediante un hueco rectangular entre sus blancos muros de tapia. Un hueco    rematado con  una tosca puerta de herrería. 

Bajando hacia Los Guaimaros.


La ciudad crece proolongándose  hasta los cerros desforestados  del Moral,  los cujíes amarillentos de Los Guáimaros, el cerro de Pan de Azúcar, los cañamelares de El Salado y sigue hacia La Mesa por una carretera que serpentea lomos de cerros.  En la periferia, Calles de asfalto negro  se entretejen  entre los rojos  bucares y los ceibos  formando intrincados laberintos por donde nos perdemos los que somos de afuera. La mirada se pierde entre tantas líneas y colores.

El trapiche. Francisco Rivero. Oleo. 1999.



Este cuadro que pinte hace unos días es una síntesis de todo esto. Parece una cobija de la abuela hecha de parches de tela. O como dirían los norteamericanos un “Country Quilt”. Es un cuadro muy  energético y   a la vez sofocante, en el mejor “estilo tortilla” que he estado usando últimamente.  Esta hecho en acrílico sobre un lienzo de 50x60 cm.

sábado, 16 de enero de 2021

Pinturas de los Andes.

 

Pinturas al oleo de los Andes: Viaje a Seboruco.

Hace ya bastantes años, en 1993 exactamente, hicimos un viaje a Seboruco para visitar los familiares de mi esposa. Salimos temprano pues el trayecto es largo. Además llevábamos carne para asar en Las porqueras, un parque muy bonito que se encuentra un poco  antes de llegar  a La Grita. En aquella época se viajaba de manera cómoda y segura por carretera. Había estaciones de servicio en donde surtían gasolina las 24 horas al día. En los sitios de parada para los turistas se podían consumir pasteles, empanadas y refrescos a precios bien solidarios.

Montañas del Táchira, Páramo de la Negra, Cuadro al oleo de Francisco Rivero. 1993.
Montañas del Táchira. Páramo de la Negra.Francisco Rivero. 1993.


Para pintar al oleo nada como hacer el viaje turístico desde la ciudad de Tovar a Seboruco es de hermosos paisajes, siguiendo la ruta de la vieja carretera Trasandina, que atraviesa páramos, valles y ríos. 


Un paisaje formado  a la medida del hombre, con campos de cultivos de papas, zanahorias y otras hortalizas que matizan de verde los suaves lomos de los    cerros. De repente, al final de una curva surge un pueblito envuelto en la neblina, con sus casas blancas y tejados de naranja intenso, destacándose entre oscuros pinares. La brisa trae aromas de campo, del cilantro, y del  cebollín. El  olor de los potreros se eleva lentamente  y la tierra fresca que brota  en los surcos dejados por el arado de los bueyes, agita los sentidos.  


Paisaje de la Grita. Pintura al oleo de Francisco Rivero. Año 1999.
La Grita. Francisco Rivero. oleo 1993.


Después de detenernos en Las porqueras, bajamos hasta la Grita. Entramos a la Basilica a visitar el Santo Cristo.

Plaza e Iglesia de Seboruco, Estado Táchira, Venezuela.. Francisco Rivero. Año 1992.
Iglesia de SEboruco. Francisco Rivero. 1993.


Al fin llagamos a Seboruco, un pueblo encantador de clima cálido con una iglesia muy especial pues tiene tres torres de campanario.  

PRINCIPALES ACTIVIDADES ECONOMICAS Zona que presenta una excelencia agrícola ya que se producen con alta calidad el tomate, cambur, café, caña panelera y cebollín como cultivos principales cuenta con unidades intensivas de explotación lechera y unidades extensivas con animales criollos y mestizos.

Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Municipio_Seboruco.


 Pintando en la Mesa de Ejido. 

Quise pintar un cuadro al óleo sobre un tema de los Andes. 

Cuando quiere ir hacia Jají desde Mérida, siguiendo otra ruta, entonces lo hace por La Mesa de Ejido. La Mesa es una toponimia muy común en estas regiones andinas.  ¿ Cuántos pueblos que se llaman La  Mesa hay en Mérida? 


  1. 1.                   Mesa de  Bolívar.
  2. 2.       Mesa de Quintero.
  3. 3.       Mesa de Moreno.
  4. 4.       Mesa Julia.
  5. 5.       Mesas de los Indios.
  6. 6.       Mesa de las Palmas.
  7. 7.       Mesa de Adrián.
  8. 8.       Mesa de Mococón.
  9. 9.       Mesa del Carmen.

Tomado de mi libro Visitando Mérida: 


 La Mesa de Ejido, como su nombre lo indica, está ubicada sobre una meseta bastante alta a 1.427 metros de altitud sobre el nivel del mar, a mitad del camino entre las tierras áridas de San Juan y el bosque frío y nublado de la Cordillera de La Culata. Sus suelos de origen aluvial son bastante fértiles. Esta posición tan estratégica, al disponer de un clima templado agradable, con una temperatura media de 19.1 °C, una precipitación media anual de 995 m.m. y estar cerca de las fuentes de agua, propició el establecimiento de comunidades indígenas desde la época precolombina. En la actualidad cuenta con una población de 3.784 habitantes.

Su Plaza Bolívar situada en la parte más llana de la meseta, ofrece jardines de flores primorosamente cuidados y pinos enanos, de copas esféricas, que forman laberintos entre las caminerías y bancos de cemento. Desde allí se observan algunos de los más hermosos paisajes de los Andes venezolanos.

En el centro de la plaza, se alza el busto del Libertador. Una sensación inefable de recogimiento, lírico encanto se respira en la Mesa de Ejido. De  recoleta intimidad,   la pequeña plaza, transmite un sentimiento de paz que proviene de su rústica sencillez y el casto silencio que reina en sus alrededores. Los tallos esbeltos de unas enormes palmeras, que dibujan sus siluetas frente al azul del cielo, semejan centinelas gigantes del poblado.

La Mesa de Ejido. Francisco Rivero.
La Mesa de Ejido. Francisco Rivero.



Su pequeña iglesia presenta una sola nave con crucero. Con techo de tejas a dos aguas, torre cuadrada y algo chata, es una construcción de estilo tradicional andino, de encantadora sencillez por su autenticidad arquitectónica. Posee una única entrada a través de una puerta doble de madera claveteada, en forma de arco ojival. La antigua iglesia se derrumbó y sobre ella se reconstruyo la actual en 1912. La puerta de madera es de la iglesia original. 

Nos despedimos, con una sabrosa torta de auyama de esas que venden en una esquina de la Plaza. Al llegar a casa pinté este paisaje de los Andes.


sábado, 12 de diciembre de 2020

El puerto de la Guaira.

El Puerto de La Guaira.

Sumamente difícil conseguir en Venezuela materiales para las artes plásticas. Con la crisis económica han desaparecido los proveedores y algunos pequeños comerciantes hacen esfuerzos para traer cosas desde Colombia o bien comprando por Amazon. 
 Mi hija me hizo un encargo de pintar una acuarela sobre un puerto venezolano. Mis materiales ya se han agotado. No pude conseguir los colores de la acuarela aquí en Mérida, ni tampoco el papel. Así pues tomé la decisión más fácil y práctica: me decidí por la técnica acrílica. Pinté el puerto de la Guaira con su nuevo terminal de carga para grandes contenedores, construido en el año 2014 por la empresa portuguesa Texeira.

Este puerto tiene una historia interesante. Recién fundada La La Guaira, es tomada por piratas neerlandeses. Diego de Osorio, se retira a Caracas en busca de refuerzos y antes de volver, el cacique Guaicamacuto ataca por sorpresa a los piratas ingleses comandados por Amyas Preston, de la flota de Sir Walter Raleigh. Aunque Preston dejó a un lado La Guaira y llegó a Caracas por un sendero indígena que comenzaba en Macuto, los españoles decidieron fortificar el puerto, mejorar y controlar un solo camino y por consiguiente eliminar las picas secundarias.
En época colonial La Guaira se convirtió en un punto importante para el comercio con las Antillas y Europa. Desde 1730 opera la Real Compañía Guipuzcoana constituida en virtud de una Real cédula del rey Felipe V para controlar el contrabando de los neerlandeses y consolidar el monopolio comercial en particular de rubros agrarios como el cacao, el tabaco, el algodón y el índigo

El mar Caribe. 

 El mar con sus distintos tonos de azules marca la clave cromáica de este cuadro. El Caribe es de muchos colores. Azul profundo cuando lo tenemos cerca, luego en los planos medios,  se agita el agua y es de un verde esmeralda. En la lejanía cerca del horizonte, el mar se vuelve de un tono azulado claro cercano al violeta.

En los atardeceres el mar cambia de color con los últimos rayos del sol.

Atardecer. Francisco Rivero.t
Atardecer. Francisco Rivero.


Recuerdos familiares. 


 El puerto de La Guiara es la entrada y salida marítima de los venezolanos y los que llegaron de otras tierras hace mucho, como mi familia en los años 40. Mis padres vivieron primero en Caracas, pero al año siguiente se mudaron a Maiquetía. En aquella época, Maiquetía era un pequeño pueblo a donde iban los caraqueños a tomar baños de mar. Muchos pintores fueron a esos lugares en busca de inspiración, cómo el famoso Armando Reverón. Mis padres lo conocieron y visitaron su cueva donde tenía el estudio.
Aquí nació mi hermana Carmen en 1946. Así pues la Guaira trae recuerdos familiares.



El nuevo terminal. 


 El Presidente de Venezuela, inauguró el 28 de abril de 2017 la Terminal Especializado en Contenedores (TEC) en el Puerto de la Guaira, en el estado Vargas, lo que permitirá el arribo de embarcaciones con esloras de hasta 335 metros, vale decir de una capacidad de carga de entre 4.000 y 8.000 contenedores.

El Gobierno de Venezuela, estima que la obra reducirá en más del 250% los tiempos de operaciones en el puerto y modernizarán todo el procedimiento de carga y descarga.

La modernización de este puerto, contó con una inversión de US$398 millones, fondos que provinieron del fondo China-Venezuela y del fondo Energético Pdvsa, formando parte de un convenio comercial entre Venezuela y la empresa de Portugal, Texeira Duarte.

La TEC, cuenta con seis grúas STS, que permitirá la atención de barcos Post Panamax. Esta maquinaria garantiza la reducción en el tiempo de desembarque de los contenedores.

Las grúas, provienen de China y agilizarán la atención de las embarcaciones de manera simultánea. La acometida de este proyecto generó cerca de 1.400 empleos entre directos e indirectos.

El Puerto d ela Guaira, Oleo Francisco Rivero, venezuela 2020.
El Puerto de la Guaira. Francisco Rivero. 2020.

jueves, 16 de abril de 2020

Tovar, Tabay, Torondoy, Timotes y Tucaní: Pueblos con tes.


Tovar, Tabay, Torondoy, Timotes y Tucacní


Son todos ellos pueblos del Estado Mérida, cuyos nombres comienzan con la letra T. Ello son, pues los cinco  Pueblos con  tes. Son cinco pueblos repartidos por la geografía merideña


Es increíble el desconocimiento de nuestra geografía regional del Estado Mérida, por parte de los estudiantes y aun de las mismas maestras.

Tovar, Pastel. Francisco Rivero  , Mérida, Venezuela
Francisco Rivero. Calle de Tovar. 1990.

En varios de los talleres que dimos por todo el estado siempre poníamos a la gente a pensar con la siguiente pregunta o acertijo: Diga cuáles son los pueblos de Mérida que comienzan por la letra  T.  Muchos jóvenes se quedaban pensando y no acertaban  dar la respuesta completa. Creo que los que fracasaban no lo hacían por falta de agilidad mental, sino más bien por no ejercitar la memoria y desconocer la geografía regional.


En estos largos de días de encerramiento por la Pandemia, y para no aburrirme en casa, me puse a componer una décima relacionada con  estos cinco pueblos. Como los conozco bien a todos no me faltó inspiración para esta tarea tan poética.

Los pueblos con T.

En una tarde feliz
Viniendo de Torondoy
Un día tal como hoy
Vi una negra en Tucaní
Y mi celular le dí
En Tovar la vi bailar
Y nunca podré olvidar
Aquellos pechos grandotes
Que de Tabay  a Timotes
Hacían la tierra vibrar.

Tucani sabor a  Cacao.

 En el pueblo de  Tucaní, Estado Mérida,se produce el mejor Cacao del mundo. Su iglesia tiene una torre bastante delgada y esbelta que sobresale en el horizonte desde la distancia.
Por la vía Panamericana entre El Vigia y Caja Seca encontramos a Tucaní en la llanura del Lago y con un verde fondo de montañas.
 Pinté este cuadro al óleo en colores bastante cálidos cómo es la temperatura de este querido pueblo. ES un formato vertical, que uso poco, pero se adapta bien al tema.





Tucaní, el pueblo del cacao.Francisco Rivero.
Tucaní. Francisco Rivero.

Tabay es un balcón a la montaña.



Tabay es un pueblo del  estado Mérida, rodeado de elevadas  montañas. Me gusta su plaza Bolívar, siempre animada de parroquianos que vana conversar en aquel lugar. De mi libro Visitando Mérida, transcribo esta líneas 

Tabay es el primer pueblo del páramo para los viajeros de la carretera Transandina. Esta vía atraviesa el poblado de este a oeste, entrando por la parte baja y convirtiéndose luego en una calle angosta que pasa por el lado de la Plaza Bolívar. El pueblo consiste de dos calles principales longitudinales que son atravesadas por algunas transversales muy cortas. Algunas casas viejas de tejados enmohecidos, con aleros y ventanas de balaustre de madera conservan el sabor de los tiempos coloniales, pero también proliferan muchas construcciones de bloque y cemento, que rompen la armonía del contorno.

Su plaza, sembrada de enormes casuarinas, de cuyas ramas cuelgan las barbas de palo, transmite una sensación de sosiego que nos invita a descansar. La plaza es el lugar de reunión de los parroquianos en sus bancas la gente conversa despreocupadamente. En los alrededores vemos una posada, la Alcaldía y muchos comercios de venta de víveres.

La iglesia se oculta entre el ramaje oscuro de los árboles y apenas podemos divisar una pequeña parte de su encanto. Es un templo muy bonito, tanto en su exterior como en el interior, dedicado a San Antonio. Posee un atrio algo elevado, protegido por balaustres. Dos torres cuadradas decoradas con molduras y rematadas en cúpulas se elevan graciosamente por encima del conjunto. Su fachada de líneas sencillas posee pilastras de fuste estriado, que dividen los tres arcos de medio punto, donde se insertan las puertas de madera que dan acceso a las naves. La fachada contiene un nicho en la parte alta donde se aloja una imagen de San Antonio y remata en un frontis de líneas curvilíneas. El templo original fue completamente destruido por el terremoto de 1894 e inmediatamente se comenzaron los trabajos de reconstrucción que culminaron en 1907.

Los alrededores de Tabay son lugares de rigor que debe recorrer el visitante para compenetrarse con su naturaleza pródiga en paisajes naturales de gran belleza. Hacia la parte baja del pueblo se puede cruzar el río Chama por un puente angosto y visitar los alrededores de las aldeas de La Mucunután, La Mucuy Baja y El Arenal.

Tabay rodeado de montañas. Francisco Rivero.
Tabay. Francisco Rivero.

Timotes  pueblo de hortalizas.

En timotes se cultivan hortalizas para toda Venezuela. Sus suelos son bastante fértiles. Su iglesia posee una alta torre. De mi libro "Visitando Mérida " Transcribo:

Timotes a torre elevada de una iglesia, que se divisa desde lejos, por sus nítidos perfiles, nos anuncia el próximo pueblo en nuestro recorrido por el valle del Motatán. Un pueblo alejado de la capital, ubicado en el extremo norte del mapa, muy cercano al límite de Mérida con el estado Trujillo. Los altos páramos que le rodean atestiguan su pertenencia a la región mítica de los Timotes. Es Timotes, que nos sorprende con su fresca presencia de sustancia vegetal, en donde convergen los aromas del cilantro y el cebollín, de sus huertas bien regadas. Pueblo aferrado por sus raíces históricas, culturales y geográficas a Mérida. Fue lugar de asiento de los Timotes: los primeros pobladores de los Andes Venezolanos. Desde los tiempos primigenios en que se cultivaban las laderas de los cerros con la técnica de las terrazas, ha sido cuna de hombres trabajadores de acendrada vocación agrícola.

Timotes. Francisco Rivero.
Timotes. Francisco Rivero.



Torondoy el pueblo de las Alondras.


Torondoy es un pueblo de Mérida, bastante  alejado de la capital del Estado. Se ubica sobre la sierra de la Culata en la vertiente norte del lago de Maracaibo. De clima dulce y agradable, bueno para pernoctar. 
De mi libro Visitando Mérida, Trasncribo:

Torondoy indo pueblo de montaña, encumbrado en una vertiente del río Torondoy, a 1.107 metros sobre el nivel del mar. El trayecto a este pequeño pueblo ofrece vistas espectaculares de la cordillera y la llanura del lago de Maracaibo. La carretera pavimentada, parte de la Panamericana, a la altura de Nueva Bolivia y asciende serpenteando entre bosques nublados donde se destacan los troncos blancos y estilizados de los cedros. También se observan otras especies de gran tamaño, como los bucares, ceibos, guayacanes e higuerones. En un recorrido hasta el pueblo de unos 22 kilómetros surgen por todos lados escenas rurales del pasado con las mulas cargadas de café y cambures, las pequeñas casas entre los sembradíos con sus patios para el secado y las tímidas aldeas escondidas entre la bruma. Abajo el río Torondoy brama furioso en su cauce profundo y los precipicios de cientos de metros atraen nuestra mirada con una mezcla de temor y respeto.

La naturaleza ubérrima de ésta región de transición entre la llanura y la serranía, se ha conservado casi virgen, pues ha sido muy poco intervenida por el hombre. La abundancia de especies, tanto animales como vegetales llamó poderosamente la atención del botánico, pintor y escritor alemán Antón Goering, en su visita a Torondoy cerca de 1870.
El pueblo consiste en unas cincuenta casas que se alinean a lo largo de la calle principal que corre de un extremo a otro, la plaza y algunas bocacalles muy empinadas que bajan del cerro, formando todo ello un conjunto bastante armónico, digno de una postal. Algunas casas coloniales de altillo, con balcones de madera sobresalen por la altura de sus muros. El pueblo fue objeto de una restauración en 1993, durante la gestión del gobernador Jesús Rondón Nucete: se adoquinaron las calles, se refaccionaron las paredes que amenazaban con caerse y, lo más importante, se sustituyeron los horribles techos zinc oxidado por tejas. Esto por supuesto, refrescó la apariencia del poblado.
La casa mas hermosa de todas, es la Casa de la Cultura Don Antonio María Quintero de estilo señorial a dos pisos con balcones y patio interior rodeado de galerías. Llama la atención el teselado del piso con panelas de terracota y azulejos, así como también las oscuras maderas de los balcones y pisos superiores.



Torondoy. Francisco Rivero.
Torondoy. Francisco Rivero. 



domingo, 5 de enero de 2020

La pintura al óleo de paisajes del Táchira.


Los paisajes del Táchira en la pintura.




San Cristóbal:

San Cristóbal. Francisco rivero.
San Cristóbal. Francisco Rivero. 1999.



La grita.

La Grita. Francisco Rivero.
La Grita. Francisco Rivero.

La tranquilidad de Seboruco. 





Los bellos paisajes de Capacho.

Capacho. Francisco Rivero. 1995 Oleo sobre tela
Capacho. Francisco Rivero. 1995.





San Pedro del Río.

Nadie puede negar que San Pedro del río es el pueblo más turístico del Táchira. Quise hacer una pintura típica de los Andes y me inspiré en sus calles y montañas. . Con sus calles empedradas, su gente amable, sus casas limpias de blancos  muros de cal rematados en zócalos de vivos colores y ventanales coloniales bien acicalados, el pueblo atrae la mirada del visitante. En San Pedro del Río el  cielo siempre es de un azul cobalto profundo y muy limpio de nubes, como en el verano. Su clima algo cálido y su verde vegetación crean un contraste maravilloso.  

San Pedro del Río, EStado Táchira. Oleo de Francisco Rivero. 2020.
Francisco Rivero. San Pedro del Río.

Estuve por aquellas tierras  varias veces y saqué unas cuantas fotos, que hoy al verlas de nuevo, me inspiraron a pintar este cuadro al óleo de 50 x 60 cm. Una pintura al oleo d  los Andes que a la gente le ha gustado. Fue un chispazo de inspiración repentina. Con esto doy inicio al nuevo año 2020, que espero sea fructífero y las musas del Parnaso no se olviden de mí.



miércoles, 18 de diciembre de 2019

Regresando a la montaña.

 


Chacantá y Canaguá. 

Estamos Visitando a Chacantá, en los pueblos del sur del Estado Mérida. Nos dirigimos hoy hacia Chacantá, situado a 18 kilómetros de Canaguá. Es una ruta bastante accidentada pero muy bonita, que inicialmente corre a lo largo del río Canaguá y luego se desvía hacia el norte. El río ha formado una garganta por donde corre impetuoso taladrando las rocas y dando origen a un paisaje muy particular de grutas y paredes lisas por donde pasa nuestro Jeep. 

La calzada está en mal estado, con gran cantidad de grietas y huecos, siendo casi inexistente en algunos tramos completamente de tierra. La vegetación es de bosque exuberante en la primera parte del recorrido. Mas adelante contemplamos un amplio panorama de un valle profundo en forma de V. 

Después de andar ceca de 15 minutos tomamos un desvío a mano izquierda que asciende hacia el pueblo entre taludes de rocas blancas de arenisca, muy poco usuales en estos pueblos del sur. Este trayecto está en deplorables condiciones. La carretera fue pavimentada con una capa muy delgada de asfalto, o un guarapo como nos dijeron en el pueblo, y las lluvias y el uso se lo han llevado casi completamente.

El tipo de suelo es bastante desigual. En algunas partes de taludes dejan ver suelos arenosos de sedimentos no compactados que se derrumban fácilmente. En otras, por el contrario, las enormes rocas calizas y areniscas forman taludes sólidos y estables en donde crece poca vegetación. En un punto de la empinada cuesta casi voltea el Jeep por el desnivel y el chofer hubo de hacer maniobras para seguir adelante.

En 1995 hice un recorrido por los pueblos del sur del estado Mérida. Alquilamos un Jeep Toyota chasis largo, con su chófer que nos sirvió de guía por el camino. Pernoctamos en algunos de esos pueblos remotos de la cordillera. Disfrutamos mucho d e la amabilidad de la gente, la comida y los impresionantes paisajes de montaña. 

Al llegar a Chacantá mi hija y una amiga se bajaron para descansar. 


Chacantá, Pueblos del sur de Mérida, Venezuela. Francisco Rivero
Chacntá. Francisco Rivero. 2019.


Pinturas al oleo de Canaguá .


Hoy regreso a la montaña mirando uno de mis cuadros que me trae recuerdos. Visité la población de Canaguá en el año 2005 y me gustó mucho su pequeña plaza, la cual quedó muy bonita después de una  remodelación reciente. Muy casta y recogida de una paz bastante íntima y personal que invita a la reflexión. Sus bellos jardines de verde grama resplandeciente y sus macetas de flores de todos los colores tan hermosas como sus mujeres, teniendo como marco la blancura de su iglesia. Su aire tan puro y cristalino de montaña. Sus paisajes de serranías que se extienden al infinito.

Canaguá, Oleo de Francisco Rivero. Mérida, Venezuela.
Francisco Rivero. Canagua. 2019.

 Pasamos varios días en aquel lugar encantador de los pueblos del sur, que hoy lo recuerdo con este cuadro al óleo. Valió la pena realizar el largo viaje por aquella carretera estrecha de subidas bastante fuertes y curvas pronunciadas que se aferraban a las laderas de los cerros. Pasando por altas cumbres, peligrosos desfiladeros que dejan sin aliento, atravesando valles y sus ríos donde se asientan pequeños poblados.  Los pueblos del Sur son el corazón del Estado Mérida, un lugar especial que todos debemos conocer,  en donde se conserva intacta su cultura e idiosincrasia de gente trabajadora, honesta  y sencilla.

Canaguá Estado Mérida. 


Canaguá, es una población muy bonita, situada en el corazón de la región sur merideña, en plena cordillera sur occidental. Esta asentada en un valle intramontano, a 1495 metros de altura, rodeada de paisajes cautivadores: verdes montañas, ríos espumosos y quebradas cantarinas. Se encuentra a 140 Km. de Mérida, sobre la Troncal que enlaza los pueblos del Sur. Posee un clima fresco de montaña, con una temperatura promedio de 18.5 °. 
Tanto por su población, como por su producción agropecuaria, Canaguá es el más importante de los pueblos del sur. En esta región se han asentado pequeñas comunidades y aldeas de campesinos y labriegos muy trabajadores. En los fértiles valles se cultiva café, cambures, la yuca, el maíz y la caña de azúcar. La sencillez de sus casas y las costumbres ancestrales de la vida rural del sur merideño tan arraigadas, nos transportan al pasado. Canaguá es un lugar ideal para vivir alejado del bullicioso mundo moderno.
Se puede llegar por dos vías: una que viene desde Tovar, pasando por Guaraque y Mesa Quintero y la otra que parte de Estanquez, pasa por Betania y El Molino y se una a la anterior en la Y. Siguiendo cualquiera de estas rutas nos encontraremos con paisajes impresionantes de infinitas montañas, fríos páramos y valles profundos.

 Al viajar a Canaguá en el mes de Agosto, la montaña nos deleita con todos los tonos de verde en una sinfonía de los más variados e insospechados matices, en los lomos de los cerros. Aquí el hombre ha talado las estribaciones de la montaña para crear potreros, conucos y sementeras, pero respetando siempre los cauces de las quebradas, donde podemos ver el bosque muy espeso.

sábado, 3 de agosto de 2019

Impresionismo en Venezuela.



Aquella Caracas de 1919 quedó  sorprendida e impresionada….


Nuestro primer pintor impresionista Emilio Boggio, nacido en Caracas, un 21 de mayo de 1857) tuvo gran influencia en los pintores de venezolanos de comienzos del siglo XX. Sus antecedentes  fueron Claude Monet y Camille Pissarro, de quienes adoptó el estilo impresionista por el que se le conoce. Su obra posterior también  refleja un poco la influencia de Van Gogh. Boggio es mejor conocido como paisajista.
Siendo muy joven partió hacia Europa en busca de un mejor porvenir. Por un tiempo Boggio vivió en Enghien-les-Bains, cerca de París, donde impartió clases de pintura.​ Entre 1907 y 1909, los pintores Boggio, Henri Martin y Thibesart vivieron a Italia, donde el primero se dedicó a pintar marinas.
En 1919 regresó brevemente a Caracas y expuso 53 de sus obras. Esta exposición y la del rumano Samys Mutzner en el Club Venezuela de Caracas el año anterior tuvieron enorme impacto sobre los pintores locales como Federico Brandt y Armando Reverón, que conocían el impresionismo mayormente por referencia.
DE esta exposición son sus tejados de Caracas, que ahora yo reproduzco.
Emilio Boggio falleció en  Auvers-sur-Oise, Francia, un 7 de junio de 1920.


Francisco Rivero. Techos de Caracas. 2018.




La Escuela de Caracas….


El pintor venezolano Rafael Monasterios  nació en Barquisimeto,  22 de noviembre de 1884 se dedicó a recorrer el país y pintar paisajes  en los cuales supo plasmar la fuerza y el carácter de su exuberante naturaleza. Contribuyó a gestar el movimiento paisajista llamado Escuela de Caracas.
En el lapso 1911-1913 cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, España. En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, regresó a Venezuela y se estableció en Barquisimeto, donde tuvo que realizar una serie de oficios para poder subsistir; entre los que destaca el de pintor de muebles y automóviles. Durante este tiempo tuvo la oportunidad de decorar la cúpula del templo de Cabudare y la casa de Pío Tamayo. En 1917, de regreso a Caracas, se dedicó a dictar clases de dibujo y pintura.  En 1919 consiguió exponer junto a Armando Reverón en el Club Venezuela de Caracas, donde ofreció su primera muestra individual en 1927. Fue fundador y primer director de la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto en 1937.
Actualmente la Escuela de Artes Plásticas de Barquisimeto y la Escuela de Artes Visuales de Maracay llevan su nombre como justo homenaje a uno de los mejores pintores venezolanos del siglo XX. Murió el 2 de noviembre de 1961.
Monasterios estuvo pintando en la Isla de Margarita, junto con el pintor impresionista Samys Muztner. De la encantadora playa de El Tirano es este paisaje que yo reproduzco.


Francisco Rivero. Playa de Margarita. 2018.

Nota: Ambos cuadros están hechos en la técnica de óleo sobre mansonite. Sus medidas son de 30 x 50 cm.

sábado, 22 de diciembre de 2018

La Grita.


Feliz Navidad


Despido el turbulento  y dramático año de 2018, cuando  los venezolanos atravesamos la mayor crisis económica de nuestra historia y la mayor tasa de emigración, con más de cuatro millones de compatriotas que han huido al exterior para poder satisfacer sus necesidades.

Francisco Rivero. La Grita. 2018.

En este hermoso paisaje de La   Grita, la ciudad del Espíritu Santo, del valiente Capitán Francisco de Cáceres,  que pinté hace poco, inspirado en otro cuadro del pintor Homero Parra, trabajé en estos días decembrinos para olvidar un poco la crisis.... Cuando se podía viajar por carretera y no había el problema de la inseguridad, la gasolina, la escasez de comida y otros,  uno iba desde Tovar hacia La Grita para visitar amigos y familiares de mi esposa. Era un paseo agradable de verdes montañas,  vistas panorámicas y pequeños  pueblos donde la vida del campo se mantenía intacta y el disfrute de su gastronomía era de rigor.

Nos despedimos con un video de esa bella población.