miércoles, 22 de diciembre de 2010

El Impresionismo y la luz de los Andes

El movimiento  impresionista   a comienzos de 1870 revolucionó el arte moderno. Fue liderizado por  un grupo de pintores franceses . Entre sus más reconocidos miembros están Alfred Sisley ( 1839- 1899), Claudio Monet, Pierre August Renoir, y Bazille. Ellos  abandonaron  el estudio del pintor Gleyre, donde se enseñaba una arte académico, y empezaron  a pintar al aire libre. Fue una propuesta novedosa en las artes plásticas, por la forma tan particular de expresar sus impresiones ante la naturaleza. Estos hombres crearon con sus pinturas un estilo moderno y audaz que aún se mantiene vigente hoy en día. El impresionismo sirve para pintar el aire que se encuentra entre el objeto y el artista. Es una pintura atmosfèrica que sirve para captar la fugacidad de los cambios de color sobre los objetos en las distintas horas del día.
Los paisajes de abajo los he pintado siguiendo esta técnica tan interesante, empleando colores a la acrílica.
Este paisaje de Apartaderos, sirvió para ilustrar el catalógo de mi primera exposición en 1991, realizada en la Asociación de Profesores de la Universidad d elos Andes. Posee un esquema compositivo bastante fuerte donde las líneas hacen recorrer la mirada por todo el cuadro.

San Rafael. 1989.
El pueblo de Cacute con sus viejos tejados, ofrece una vista muy atractiva desde la parte alta.

Cacute. 1989.
En una ocasión pinté una cabaña a la orilla de una acequia en donde se reflejaba la luz de la montaña.

La acequia.1994.
Los Frailejones son unas plantas de hojas aterciopeladas que florean de amarillo en el mes de agosto. Ellas cubren el páramo con un tapiz luminoso.

Frailejones. 1995.
Los campos de caña producen miles de reflejos multicolores.

Cañamelar en Ejido. 1995.

La pintura acrílica

En 1988-89 trabajé con los colores a la acrílica. La pintura acrílica es un medio de expresión que permite trabajar trabajar rápido, puesto que se seca casi al instante. Los pigmentos vienen en pomos parecidos  a los del oleo, en una solución de polímeros que se disuelve con agua. Los colores son algo opacos, puesto que  es una pintura cubriente, esto es, podemos equivocarnos y volver a pintar encima, tantas veces como queramos.
Despué de pasar 5 años viviendo en Louisiana, Estados Unidos, regreso a  Venezuela en diciembre de 1987 y me reencuentro con la belleza del paisaje andino. Quise pintar todo lo que veía  a mi alrededor. Los primeros cuadros los pinté a la acrílica, para decorar las paredes de mi vivienda. A comienzos de los ochenta  estudie la técnica de la acrílica con el pintor chileno Acuña- Solano, quien trabajaba en esa época en Mérida.

Torreon de Trapiche. 1988.
Unos de los temas favoritos del paisaje urbano, son las estrechas calles de los pueblos andinos, que suben y bajan siguinedo la topografía del terreno. Hay muchas de estas calles que nos traen recuerdos de una época pasada, cuando la vida  era más sencilla que hoy en día. Esta nostalgia la expreso en este cuadro en la coloración rosa - anaranjado que toman las cosas cuando soñamos.

Nostalgia Andina. 1988.
El estilo impresionista, con sus infinitos puntos de colores independientes para crear una atmósfera liviana y vibrante a la vez, sirve para plasmar el paisaje d emontaña en las primeras horas de la mañana. ESte es un cuadro grande de formato 100 x 90 cm. El motivo dle mismo proviene de la Sierra de la Culata, un lugar a unos 25 Km de la ciudad de Mèrida.

Sierra de la Culata. 1990.
El tema del folklore simepre estará presente en mi pintura. En 1995 pinté esta procesión de los Vasallos de la Parroquia, que se paseaba por las calles del pueblo llenando de mùsica y alegría los corazones. Es un cuadro bastante alegre y animado por la pincelada suelta y el colorido vibrante logrado a base de pequeños toques de azul y amarillo que contrastan entre ellos.
Procesion de los Vasallos. 1995
Abajo de nuestra un detalle para poder apreciar la pincelada.

martes, 21 de diciembre de 2010

La pintura narrativa

A traves de  la pintura podemos narrar  hechos reales o ideales que nacen en nuestra mente. Durante el Renacimiento en Italia, se desarrolló un estilo pictórico narrativo. Mas precisamente, nos referimos al  cuatrocientos florentino, identificado por una luz clara y  con pocas sombras. Los contornos de las formas estaban delimitados por  una linea fina. Las figuras estaban pintadas de  colores sólidos.

En 1997 pinté varios lienzos en formato vertical casi todos de 60 x 80 cm. con temas alegoricos. Algunos han sido usados para ilustrar las carátulas de libros.
La pintura de abajo y la siguiente son de estilo renacentista. Como dije antes, un estilo desarrollado para narrar historias. 
Analiceos un poco esta pintura. En primer lugar,  he colocado algunos elementos simbólicos, como por ejemplo, el saco del viajero y el sombrero. El paisaje seco y árido, sin motivos de distracción, sirven para concentrarnos en la acción narrativa.
Un viajero solitario en los Andes, reflexiona sobre su destino. Al fondo se ve un pueblo. No sabemos si el hombre se despide o está llegando a el .  Un cuadro de este tipo permite establecer variadas interpretaciones. Nótese el empleo de distintos planos espaciales que receden hacia el horizonte. Esto contribuye a crear  una sensación de profundidad.

Reflexiones. 1997.
Una pareja aparece aquí con un pueblo al fondo. El hombre descansa en el otro mundo. Su figura no arroja sombra. Su mujer, por otra parte, conversa y mantiene la cabeza baja como algo desconsolada. La planta de zábila debajo de ella, está viva y florece. Por otro lado, la planta que aparece debajo del hombre está marchita y el piso es yermo y pedregoso. Todo  se ha convertido en un erial. Oservese tambié la falta de perspectiva en cuanto a la relación de tamaño- distancia al espectador de las figuras. El hombre, por estar más cerca a nosotros debería ser más grande. Sin embargo el y su mujer son del mismo tamaño. Ambos forman una especie de marco vertical que delimitan  cuadrados y rectangulos bastante bien proporcionados. Las figuras verticales se oponen a  las lineas horizontales del paisaje.
La despedida. 1997.
Una leyenda de los andes venezolanos, nos habla de un pobre campesino que perdió un buey y fue a buscarlo en parte alta de la montaña. El buey apareció dentro de una laguna encantada. Luego empezó a crecer y se hizo tan grande que el pobre hombre salió huyendo despavorido. Más nunca regresó a la laguna. La tècnica posee influencias del expresionismo alemá por la crudeza de los colores. Soy admirador del pintor de animales Franz Marc y Augusto Macke. Es un lienzo de tamaño 40x50 cm al igual que el siguiente.

El buey y la laguna.
Otro hombre fue de paseo por los páramos y se perdió en otra laguna habitada por unos duendes. Es un paisaje fantástico en donde aparecen formas amenazantes. Casi se escuchan las voces susurrantes del hombre que sueña y su imagen real que se aleja para entrar en otra dimensión.

La laguna encantada. 1997.


lunes, 20 de diciembre de 2010

Cambiando de estilo

En 1996 volví a pintar  utilizando la técnica del pastel,  que yo había abandonado un par de años atrás. Empecé a trabajar de nuevo con algunos cambios. Esta vez mezclando  los colores, frotándolos con los dedos, para lograr  fundirlos mejor, y de esta manera,  poder captar y expresar  los efectos atmosféricos en el paisaje. Mis primeros trabajos en esta nueva etapa fueron vistas de la montaña alta,  iluminada con luces contrastantes que daban cierto efecto realista. Trabaje un formato mayor de medio pliego ( 68x 40 cm) sobre cartulina de colores. Para este tipo de trabajo, mis marcas preferidas son Castilla y  Guarro. El efecto de frotado, suaviza la transición entre los colores ayudando a integrarse  bastante bien. Después de esto pinté  pequeños pueblos y  rinconcitos acogedores que transmitieran un mensaje de paz y armonía con la naturaleza.

Una vieja casa  en El Páramo es fuente de inspiración para cualquier pintor.

La casa de piedra. 1996
 El pueblo de Los Nevados es de muy dificil acceso. La vista del mismo en las horas del atardecer o temprano en la mañana es encantadora.

Atardecer en los Nevados. 1996
El pueblo de  Apartaderos en lo más alto del camino es bien pintoresco y acogedor. La brisa de la sierra balancea suavemente las copas de los altos eucaliptos, mientras el río canta entre su lecho de blancas piedras.

Tarde en Apartaderos. 1996.
El pequeño pueblo de Cacute y sus alrededores son lugares donde hay muchas cosas naturales interesantes. Es un lugar ubicado en la Sierra Nevada de Mèrida, por encima de  los dos mil metros de altura.

Cacute. 1996.
La alta montaña le permite a uno encontrarse consigo mismo. El paisaje nos envuelve en su luz diáfana, que hace destacar hasta el más mínimo detalle. Dios se manifiesta en estos lugares con en una paleta generosa de todos los colores.

Montaña Alta. 1996.
El sol de los venados se proyecta sobre las rocas en una sinfonía de colores. Es un himno de la naturaleza, lleno d emúsica, color y poesía, dedicado  a la vida y la felicidad.

Sol de los venados. 1996.
Las calles tranquilas de un pequeño pueblo sirven para relajarnos.


calle de San José. 1996.

Montañas del Táchira


El Estado Táchira, situado hacia el extremo oeste de Venezuela, posee bellos parajes de montañas. Desde allí arrancan los Andes Venezolanos. La naturaleza en esos lugares  nos ofrece todos los matices de verde para el disfrute de los sentidos. Viajando por este estado,  encontramos pequeños pueblos coloniales, donde  sus casas de blancos muros y rojos tejados se destacan a lo lejos. Es un paisaje agradable de colinas verdes, de pequeña altura y suaves contornos. Un paisaje marcado por la huella  del hombre, que ha trabajado los campos de cultivo desde hace siglos. Los  caminos rojos entre el verde del follaje, se disuelven  entre la pesada neblina mañanera. El  canto de los gallos  nos despierta bien temprano. El humo de la leña que se eleva lentamente , trae el olor de los fogones campesinos.


Capacho. 1992.
La ciudad de San Cristobal se  encuentra situada  en un ancho valle regado por el río Torbes. Su cielo es de un azul intenso. Lo mejor de todo es su  gente cordial y laboriosa. Estuve trabajando en esa ciudad durante el año 1993. Viajaba desde Mérida cada 15 días. En el camino pude contemplar sus montañas encantadoras.
La pintura de abajo es un oleo que mide  60x80 cm. Posee un colorido muy vivo y ligero, propio de los días de abril o mayo. La montaña reverdece durante  esos meses lluviosos ; los árboles muestran sus matices de esmeralda. En el primer plano de esta pintura, vemos algunos  cerros de tierra tostada por el ardiente sol.  Más abajo hay un grupo de casas entre árboles frondosos.  Es  el poblado de Zorca.

San Cristobal. 1993.


Lo que vemos abajo es un detalle de la pintura anterior. Obsérvese la pincelada bastante libre y  suelta. Esto es  característico del método de pintar directo o "a la prima".



 Montaña arriba está  el pueblo de La Grita, una pequeña ciudad bastante acogedora.  Posee dos iglesias cuyas torres  dominan el panorama del valle. Sus montañas siempre cubiertas de niebla crean un aura misteriosa  que transmite serenidad.

La Grita. 1993,
En el punto más alto en la vieja carretera entre Mérida y San Cristóbal está el Páramo La Negra. Desde allí se tiene una vista espectacular de los Andes venezolanos. Hacia abajo se observa la delgada carretera que serpentea entre pequeños caseríos. Hay en los alrededores muchas   huertas de todos los tonos de  verde.
MOntañas del Táchira. 1993.
Desde las alturas contemplamos un valle de verdes cultivos. También  los terrenos abonados listos para la siembra de la papa, el ajo y la zanahoria. Es el valle de Las Playitas de Bailadores.


Páramo de la Negra. 1993
 Hay pequeños pueblos acogedores como Seboruco, de clima algo templado. Su iglesia posee tres torres.
Seboruco. 1993.

Cultura y tradiciones de Mérida, Venezuela. Vasallos.


La fiesta de los Vasallos de la Candelaria.

La Fiesta de La Candelaria se celebra con gran fervor religioso,  cada 2 de febrero en el pequeño pueblo de La Parroquia, cerca de Mèrida. La principal atracción de esta fiesta es  la  danza de Los Vasallos. Es una celebración religiosa tradicional de gran sabor popular. Muchas personas del poblado participan en este ritual. Tambié lo hacen gente  de afuera . Ellos se visten de manera algo especial, como pago a una promesa. Danzan a la manera como lo hacían los indios, casi todo el  día.  Hay distintos tipos de bailes, pero todos ellos tienen que ver con la agricultura y sus distintos ciclos. Todas estas personas  han recibido alguna vez en su vida un  favor concedido por la Sagrada Virgen de la Candelaria.
El colorido de los trajes es de gran variedad, sobre todo por sus audaces  combinaciones de colores: Rojo, con verde, azul y blanco, marrón, violeta,...etc.
 Yo pinté algunos cuadros al óleo dentro de esta temática, entre los años 1991 y 1993.  El espectáculo  me cautivo, al igual que a la mayoría del  pùblico. Muchos de estos cuadros los he vendido durante las exposiciones, pero aun conservo algunos de ellos.

Vasallos, Francisco Rivero. Oleo.
Vasallos. 1991.

Al día siguiente del baile de  los vasallos se celebra el Entierro del Gallo. Una danza llena de magia de origen africano.

Vasallos, Francisco Rivero. Oleo, Tradiciones de Mérida, Venezuela.
Entierro del Gallo. 1991.

En el entierro del gallo, el iniciado en el ritual debe ir con los ojos vendados.



Entierro del  gallo. Francisco Rivero. Oleo.
Entierro del gallo. El hechizo. 1991.
En el pueblo de Mesa Bolivar se baila otro tipo de danza similar, también con vasallos.

Vasallos de Mesa Bolívar. 1992.
Durante estas celebraciones es muy común ver a los  diablos, las locainas y otras criaturas, danzando en las calles.




Las fiestas de San Isidro en Lagunillas se celebran en el mes de Mayo. En estas  también hay danzantes llamados Vasallos del Sol. Tambié se les conoce como los  Locos de Lagunillas, por su forma algo extraña de comportarse. Ellos  danzan todo el día en las calles. Es una fiesta bastante animada de mucho colorido y calor de pueblo en donde los gritos y la algarabía de la gente se funden entre los rayos del sol.


Fiesta de San Isidro. 1992.

El sabor de las viejas tradiciones

Nadie puede sustraerse al sabroso encanto de las tradiciones de nuestras villas de la Sierra. Son costumbres ancestrales que identifican a las gentes de cada uno de los lugares. La música, la danza, las artesanías y  los cuentos  del camino son parte importante de un acervo cultural que cada día desaparece un poco. Debemos rescatar estas costumbres  para reforzar nuestra identidad como nación. Yo creo que se puede ayudar bastante en esta dirección, a traves de la pintura.
La figura humana  se capta muy  bien con la pintura al pastel. Con unos pocos trazos es posible obtener imágenes  vivas de efectos  realistas  que atrapan las miradas. Algunos elementos de la pintura  como las luces y la perspectiva aerea se logran de manera adecuada.
En los rostros de los viejos campesinos se ocultan conocimientos ancestrales transmitidos oralmente de padres a hijos. El habla pausada llena de  pequeñas reflexiones nos aproximan a  épocas pasadas. Este retrato de medio cuerpo de un campesino con sombrero de paja està hecho con pastel, pintado  sobre cartulina roja. Vemos la manera como el color del fondo ha sido aprovechado al máximo, para obtener un efecto de calidez y transparencia.

Don Liborio. 1992.
La Paradura es una tradición navideña, muy típica de Mérida. Son cantos en alabanza al niño jesús recién nacido. Este es un bosquejo realizado con trazos bastante simples, que nos puede servir para pintar una obra más grande y detallada  en el futuro.

Pequeña paradura. 1992
En una pequeña bodega a la orilla del camino, se vende aguardiente de caña endulzado con anís ( Miche andino). Los hombres lo beben después del trabajo, para olvidar la dureza de la faena diaria.

La bodeguita. 1993.
El arado con bueyes lo trajeron los conquistadores a estas montañas en el siglo XVI. Todavía hoy se conserva este método tradicional que se adapta muy bien a las condiciones abruptas del terreno.

El arado. 1993.
También en los cañamelares la zafra se recoge con mulas. Es una escena captada a pleno mediodía de mucho colorido y luminosidad.

Zafra. 1993.
Los bailes tradicionales son también muy pintorescos. Las figuras se mueven siguiendo los pasos de danzas rituales de un gran sincretismo cultural. En estas  se mezcla lo indígena con lo español y lo africano. Los trajes de los danzantes  imitan a las figuras de la baraja española. Son  llamados Vasallos de la Parroquia y  danzan el 2 de febrero, día de la Virgen de la Candelaria.


Vasallos de la Parroquia. 1992.