jueves, 6 de enero de 2011

El sencillo encanto de pintar a la aguada

Hay cosas en la vida que producen un discreto encanto, por evocar de viejos recuerdos. La pintura a la aguada, con sus tonalidades color café es una de ellas. La pintura a la aguada es como las viejas fotos de la familia. Algo que miramos en nuestros momentos más intimos.
La  aguada es una técnica entre la acuarela y el dibujo. Es semejante al guache. Su color marrón se obtiene por medio de una tinta china que, al aplicarla sobre un papel de acuarela, produce efecos de transparencia. Puede ser de otro color, pero siempre monocromática.

Pintar una aguada es una experiencia sabrosa y agradable como tomarse un buen café. La pluma recorre el papel, sin ninguna prisa. Es algo que hacemos para disfrutarlo nosostros mismos. ¿Que tal este paisaje?

Un prado junto al río. 1997
Estos cerros con sus taludes escarpados son un  motivo inspirador. La plumilla recorre las formas, deteniéndose en cada detalle, como una ardilla curiosa saltando entre  las ramas de un àrbol. Las distintas gradaciones de las sombras se obtienen agregando más agua al pincel.


Cerros de Cacute. 1997.
 La aguada da un toque de dignidad y prestancia a los paisajes.

Más alla de la otra banda del río. 1997.
En algunas ocasiones, unas cuantas  pinceladas anchas, dan un efecto de mucha plasticidad y frescura a la obra. La pintura china posee una hermosa cualidad de sencillez y seguridad en el trazo. Esto es algo que trato de expresar en esta aguada.

Cabaña cerca de una montaña. 1997.

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