jueves, 23 de diciembre de 2010

Siguiendo el viejo camino del Chama.

La pintura nos permite detener el tiempo en un instante y luego volver a recuperarlo. Es una  buena manera de tomar conciencia, sobre los cambios que han ocurrido. Las imágenes que nos son familiares cambian rapidamente en un mundo terriblemente fugaz.  Los pequeños poblados de los Andes no escapan a esta realidad: su aspecto  se va modificando día a día. Cuando nos damos cuenta de ello, entonces  ¡han cambiado de manera irreversible!, En muchos casos los cambios son para mal. Las viejas casas de tejas, los árboles y  las plazas van cediendo ante el empuje de los nuevos urbanismos que irrespetan las tradiciones.

La Plaza de Ejido y su Iglesia se mantienen en el mismo lugar, pero el ambiente que la rodea ya no es el mismo de antes. Antes el aire limpio y  puro de sus campos de caña olía  a miel. Su plaza era limpia y ordenada. La gente que salía de la misa, se detenía un rato a charlar en pequeños grupos de amigos, antes de regresar a sus casas.

Plaza de Ejido.2003
Más abajo del pueblo de  Ejido hay un tipo de paisaje  especial, donde vemos todavìa campos de cultivos, trapiches, árboles y caminos que ponen su nota de color. La de verde caña con sus espigas jugando con  viento, bajo la sombra de los bucares, forman un paisaje agradable.  Estas bellas imágenes están desapareciendo con la construcción de conjuntos residenciales.
La pintura de abajo y las siguientes se inscriben dentro de la técnica del impresionismo. El formato es de 50x60 cm.

Los Guaimaros. 1992.
En el poblado de Chiguará el aire caliente está en la sangre. Es un pueblo bravo y luchador que expresa bien el carcater andino de sus habitantes. Ellos han  levantando sus casas durante siglos en las laderas de una montaña. Su  iglesia se destaca como una fuente inagotable de luz blanquecina en medio del verde esmeralda del fondo.

Iglesia de Chiguará. 1999.
Concluimos nuestro recorrido en la ciudad de Tovar, la Sultana del Mocotíes. Una calle que se inclina hacia la iglesia es la vista emblemática de esta ciudad. Podemos ver  que aún conserva algo de su arquitectura colonial del pasado. En esta pintura impresionista de 50x 60 cm. el color vibra por doquier.

Calle de Tovar. 2003.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La influencia de Paul Cèzanne

¿Qué quien es mi pintor favorito? Pues claramente Paul Cézanne ( 1839-1906). En los cuadros de Cézanne la naturaleza se manifiesta con toda su energía y vitalismo, en un mundo plástico bidimensional. En realidad los cuadros de Cézanne no son bonitos en el sentido convencional: son temas intrascendentes, los colores son algo arbitrarios, las casas no están completamente derechas, no se puede determinar a que hora del día fueron pintados, las mujeres son feas, las frutas parecen pelotas de tenis y las montañas son como  hechas de cartón como en un decorado. Todo luce artificial. Pero lo importante es que todos esos elementos se integran bien en un espacio de dos dimensiones creando otra realidad de mucha credibilidad. Es una realidad que existe en sí misma, sin engañar el ojo ( Trompe lòeil). Cézanne trabaja como un matemático buscando relaciones firmes y verdaderas entre las formas, líneas y colores. Sus obras son bellas en sí misma. Con él se pierde la necesidad de representar la realidad. Su arte fue el inicio de una revolución que llevó hacia el cubismo y la abstracción en pintura.
En 1996 comencé a familiarizarme con sus métodos. Estudie varias de sus pinturas. Realice algunas copias inclusive para aproximarme a sus investigaciones sobre la composición.

Vista del Chateau Noir ( Copia). 1996.
La montaña donde nace la quebrada Las Gonzales en la vía hacia el pueblo de Jají es bastante solida y maciza. La pinte a la manera de Cézanne.

Chorrera Las Gonzales. 1996.
Hice este estudio de una ladera junto al río, empleando una pincelada oblicua como la de Cézanne.

Cerros cerca de la Grita. 1996.
Cerca de Cacute la montaña es de una simplicidad geométrica muy marcada.

Paisaje de cacute. 1996.

Unos campos de cultivo y algunas casas son un motivo bastante simple. El cuadro es de 100 x 90 cm.

Campos de cultivo. 1996.

Pintando bodegones

El bodegón es  un género pictórico, bastante tradicional, que sirve para enseñar el antiguo arte de la pintura al óleo.  Los bodegones recrean la vista de manera  sabrosa y apasionante. Resulta agradable a los ojos   los trastes de cocina, las carnes, las suculentas verduras y el colorido de las  frutas.
 El  color turgente, las formas sensuales y las texturas provocativas, que vemos en las frutas y hortalizas, nos  abren el apetito.

En enero de 2005 como no tenía nada que hacer, ofrecí un curso de pintura gratuito, dirigido a  mis colegas profesores de la Universidad de Los Andes y sus familiares.
Inmediatamente que anuncié el curso, pensé en trabajar con bodegonnes del natural.  Como parte de los preparativos iniciales, me documenté bien con los grandes maestros de la pintura. En particular, Velazquez fue un maestro del bodegón. Mirando  sus pinturas me permitió extraer algunos conocimientos teóricos, que han resultado ser muy valiosos. Tambien debo mencionar todo lo que yo aprendí cuando estudiaba  los  pintores de las escuelas barrocas  flamenca y hoandesa. Entre los maestros modernos del bodegón, creo que debemos  mencionar a Cezanne, Matisse y Picasso.

El curso fue una experiencia agradable, compartída por todos los asistentes. Fueron momentos   de distensión y amistad, compartidos por un pequeño grupo de iniciados. Basicamente, nosostros trabajamos bodegones pintando directamente al  natural. Una parte importante del curso, que llevaba algo de tiempo y dedicación fue  la colocación de los elementos a pintar. Esto generaba discusiones.  ¿Donde pongo esta piña? ¿Muevo un poco aquella cafetera? ¿Serà que el mantel tiene muchos pliegues? El arreglo compositivo del cuadro es fundamental para el éxito.
Pintábamos unas tres o cuatro horas hasta obtener algunos resultados aceptables. Luego nos comíamos las frutas   a la hora de la  merienda. Usé la técnica del oleo y el formato de 40 x 50 cm. Trabajamos las dos técnicas de la pintura: pintura directa  y  pintura por etapas. Al final, hubo un acto de reconocimiento, como en las escuelitas de primaria.   Hicimos una pequeña exposición abierta al público con los mejores trabajos. La gente quedó feliz y yo aprendí muchísimo.

Insistí   en el curso que nuestros bodegones deberían poseer el carácter  tradicional andino. Por tal motivo, los recipientes eran de barro cocido, lo cual es muy típico de Mérida. Las frutas y hortalizas eran  del lugar.  Inclusive, el vino de las garrafas y botellas era  también local. Se  llama vino Pasita y está  hecho a base de cambur.

Bodegón con tres naranjas. 2005.
La piña de abajo es del pueblito de  Capacho en el Estado Táchira. La cesta que aparece en esta pintura, es usada por los campesinos para  recoger los granos de café. Esta cesta  proviene de la región  de Tovar.

Piña, melón y naranjas. 2005.
La cerámica de barro para la cocina, con vasijas, jarros y platos, e un tema muy pintoresco. Las piezas  están hechas   de diversas formas. Estos cacharros representan  un elemento típico merideño, y por tal motivo  las incorporamos en nuestras obras. Algunas son poseen una superficie brillante,  por el esmalte del acabado. Debemos  lograr  los efectos del reflejo, trabajando con mucho cuidado.

Vasijas de barro. 2005.
También usamos frutas de otros paises como manzanas, peras y uvas. Inclusive colocamos  losa tradicional en nuestras composiciones. La pintura de abajo gustó mucho. Coloqué una fotografía  de esta pintura en mi página web y una compañía me solicitó permiso para usarla.

El desayuno. 2005.
Un conjunto de botellas vacías bajo una luz cenital puede ser un motivo pictórico interesante.

Botellas y pimentones. 2005.
El estilo naif refleja  humanismo y honestidad frente al hecho pictórico. En este cuadro apuesto por la liberación del color y la sencillez geomètrica de las formas

Fiesta tropical. 2005.
La comida salada es algo más suculenta. La sopa está siendo preparada con papas andinas y auyama. Los tonos violetas y rosados del fondo le dan un ambiente de calidez al cuadro.

Bodegón con botella de vino. 2005.
El sancocho es nuestro plato predilecto. Una mezcla de variados ingredientes que se combinan con los secretos de algunos cocineros expertos. La pintura de abajo es un sancocho de colores. La foto la presté a un blog de cocina de un amigo.

El sancocho. 2005.

Pintando los bellos paisajes de Mérida

La ciudad de Mérida y sus alrededores son lugares atractivos para pintar. Yo siempre siento una profunda admiración por estos paisajes, donde la naturaleza es exhuberante y  generosa.  La luz cambia bastante durante las horas del día, lo cual  es un factor importante en la pintura. Cada paisaje tiene su mejor momento, cuando el sol ilumina las cosas de la mejor manera, como nos gusta. Entonces se  destacan algunos aspectos que serán el centro de atención de las miradas. El pintor debe fijar su atención   en esos pequeños detalles, que pasan desapercibidos para la mayoría de las personas. Ejercitar la vista es parte de la rutina diaria.
Los campos de Zumba hacia la parte sur de la meseta, son uno de mis temas favoritos. Hay una gran variedad de   árboles  de grandes copas en aquel lugar. Por ejemplo los  ceibos, bucares, caobas y matapalos. Este cerro de tonalidades azul  verdoso, coronado de nubes blancas,  nos inspira paz y tranquilidad, en una mañana del mes de enero.

Paisaje desde Zumba. 1997.
La ciudad con sus casas, edificios y avenidas se proyecta en un plano inclinado. Al fondo de la meseta se elevan las montañas formando triángulos, que dividen el espacio pictórico. Este esquema conformado en base a triángulos, le da  mucho movimiento y dinamismo a la pintura.

Mérida. 1997.
El pico El Toro domina el panorama que sirve de fondo al pueblo de La Parroquia. El cielo se tiñe de colores rosa cálido durante algunos atardeceres.

La Parroquia. 1994.
Hacia el norte de la ciudad observamos la Iglesia de Milla. Su blanco campanario es punto de referencia de las miradas. La meseta es como un  pedestal natural, sobre el que se levanta  un barrio de vieja tradición.

Casas en MIlla. 1994.


El Impresionismo y la luz de los Andes

El movimiento  impresionista   a comienzos de 1870 revolucionó el arte moderno. Fue liderizado por  un grupo de pintores franceses . Entre sus más reconocidos miembros están Alfred Sisley ( 1839- 1899), Claudio Monet, Pierre August Renoir, y Bazille. Ellos  abandonaron  el estudio del pintor Gleyre, donde se enseñaba una arte académico, y empezaron  a pintar al aire libre. Fue una propuesta novedosa en las artes plásticas, por la forma tan particular de expresar sus impresiones ante la naturaleza. Estos hombres crearon con sus pinturas un estilo moderno y audaz que aún se mantiene vigente hoy en día. El impresionismo sirve para pintar el aire que se encuentra entre el objeto y el artista. Es una pintura atmosfèrica que sirve para captar la fugacidad de los cambios de color sobre los objetos en las distintas horas del día.
Los paisajes de abajo los he pintado siguiendo esta técnica tan interesante, empleando colores a la acrílica.
Este paisaje de Apartaderos, sirvió para ilustrar el catalógo de mi primera exposición en 1991, realizada en la Asociación de Profesores de la Universidad d elos Andes. Posee un esquema compositivo bastante fuerte donde las líneas hacen recorrer la mirada por todo el cuadro.

San Rafael. 1989.
El pueblo de Cacute con sus viejos tejados, ofrece una vista muy atractiva desde la parte alta.

Cacute. 1989.
En una ocasión pinté una cabaña a la orilla de una acequia en donde se reflejaba la luz de la montaña.

La acequia.1994.
Los Frailejones son unas plantas de hojas aterciopeladas que florean de amarillo en el mes de agosto. Ellas cubren el páramo con un tapiz luminoso.

Frailejones. 1995.
Los campos de caña producen miles de reflejos multicolores.

Cañamelar en Ejido. 1995.

La pintura acrílica

En 1988-89 trabajé con los colores a la acrílica. La pintura acrílica es un medio de expresión que permite trabajar trabajar rápido, puesto que se seca casi al instante. Los pigmentos vienen en pomos parecidos  a los del oleo, en una solución de polímeros que se disuelve con agua. Los colores son algo opacos, puesto que  es una pintura cubriente, esto es, podemos equivocarnos y volver a pintar encima, tantas veces como queramos.
Despué de pasar 5 años viviendo en Louisiana, Estados Unidos, regreso a  Venezuela en diciembre de 1987 y me reencuentro con la belleza del paisaje andino. Quise pintar todo lo que veía  a mi alrededor. Los primeros cuadros los pinté a la acrílica, para decorar las paredes de mi vivienda. A comienzos de los ochenta  estudie la técnica de la acrílica con el pintor chileno Acuña- Solano, quien trabajaba en esa época en Mérida.

Torreon de Trapiche. 1988.
Unos de los temas favoritos del paisaje urbano, son las estrechas calles de los pueblos andinos, que suben y bajan siguinedo la topografía del terreno. Hay muchas de estas calles que nos traen recuerdos de una época pasada, cuando la vida  era más sencilla que hoy en día. Esta nostalgia la expreso en este cuadro en la coloración rosa - anaranjado que toman las cosas cuando soñamos.

Nostalgia Andina. 1988.
El estilo impresionista, con sus infinitos puntos de colores independientes para crear una atmósfera liviana y vibrante a la vez, sirve para plasmar el paisaje d emontaña en las primeras horas de la mañana. ESte es un cuadro grande de formato 100 x 90 cm. El motivo dle mismo proviene de la Sierra de la Culata, un lugar a unos 25 Km de la ciudad de Mèrida.

Sierra de la Culata. 1990.
El tema del folklore simepre estará presente en mi pintura. En 1995 pinté esta procesión de los Vasallos de la Parroquia, que se paseaba por las calles del pueblo llenando de mùsica y alegría los corazones. Es un cuadro bastante alegre y animado por la pincelada suelta y el colorido vibrante logrado a base de pequeños toques de azul y amarillo que contrastan entre ellos.
Procesion de los Vasallos. 1995
Abajo de nuestra un detalle para poder apreciar la pincelada.

martes, 21 de diciembre de 2010

La pintura narrativa

A traves de  la pintura podemos narrar  hechos reales o ideales que nacen en nuestra mente. Durante el Renacimiento en Italia, se desarrolló un estilo pictórico narrativo. Mas precisamente, nos referimos al  cuatrocientos florentino, identificado por una luz clara y  con pocas sombras. Los contornos de las formas estaban delimitados por  una linea fina. Las figuras estaban pintadas de  colores sólidos.

En 1997 pinté varios lienzos en formato vertical casi todos de 60 x 80 cm. con temas alegoricos. Algunos han sido usados para ilustrar las carátulas de libros.
La pintura de abajo y la siguiente son de estilo renacentista. Como dije antes, un estilo desarrollado para narrar historias. 
Analiceos un poco esta pintura. En primer lugar,  he colocado algunos elementos simbólicos, como por ejemplo, el saco del viajero y el sombrero. El paisaje seco y árido, sin motivos de distracción, sirven para concentrarnos en la acción narrativa.
Un viajero solitario en los Andes, reflexiona sobre su destino. Al fondo se ve un pueblo. No sabemos si el hombre se despide o está llegando a el .  Un cuadro de este tipo permite establecer variadas interpretaciones. Nótese el empleo de distintos planos espaciales que receden hacia el horizonte. Esto contribuye a crear  una sensación de profundidad.

Reflexiones. 1997.
Una pareja aparece aquí con un pueblo al fondo. El hombre descansa en el otro mundo. Su figura no arroja sombra. Su mujer, por otra parte, conversa y mantiene la cabeza baja como algo desconsolada. La planta de zábila debajo de ella, está viva y florece. Por otro lado, la planta que aparece debajo del hombre está marchita y el piso es yermo y pedregoso. Todo  se ha convertido en un erial. Oservese tambié la falta de perspectiva en cuanto a la relación de tamaño- distancia al espectador de las figuras. El hombre, por estar más cerca a nosotros debería ser más grande. Sin embargo el y su mujer son del mismo tamaño. Ambos forman una especie de marco vertical que delimitan  cuadrados y rectangulos bastante bien proporcionados. Las figuras verticales se oponen a  las lineas horizontales del paisaje.
La despedida. 1997.
Una leyenda de los andes venezolanos, nos habla de un pobre campesino que perdió un buey y fue a buscarlo en parte alta de la montaña. El buey apareció dentro de una laguna encantada. Luego empezó a crecer y se hizo tan grande que el pobre hombre salió huyendo despavorido. Más nunca regresó a la laguna. La tècnica posee influencias del expresionismo alemá por la crudeza de los colores. Soy admirador del pintor de animales Franz Marc y Augusto Macke. Es un lienzo de tamaño 40x50 cm al igual que el siguiente.

El buey y la laguna.
Otro hombre fue de paseo por los páramos y se perdió en otra laguna habitada por unos duendes. Es un paisaje fantástico en donde aparecen formas amenazantes. Casi se escuchan las voces susurrantes del hombre que sueña y su imagen real que se aleja para entrar en otra dimensión.

La laguna encantada. 1997.