domingo, 26 de diciembre de 2010

Pintando con lápices de colores.

Las siguientes pinturas no son copia de nada. Son expresiones de mi propio yo, que  se manifiestan en  el proceso mismo de la creación. La filosofía Zen nos dice que al pintar utilizamos todo nuestro ser: El cuerpo, la mente y el espíritu, para convertirlo en una sola unidad. Para esto debemos alcanzar un estado de meditación en donde nos encontremos con nuestro propio yo que se manifiesta de múltiple maneras en imágenes que reflejan el espíritu. Es un métdo de pintar bastante intuitivo, siguiendo tus propios impulsos, sin imponer reglas lógicas externas. Ser libre y seguir nuestro  propio camino nos ayudará a explorar y develar el misterio interno que tienen las cosas. Hay que vivir la experiencia creativa de manera holistica, integrando todos los elementos espirituales para poder ser auténticos y expresar nuestro yo, nuestra verdad.
Los lápices de colores son fáciles de manipular. Todos hemos aprendido a colorear en la escuela cuando eramos niños usando creyones. Piensa en un paisaje y colorealo siguiendo tu propia inspiración.

Imagina que emprendes un viaje por algun lugar montañoso. Pinta un camino  que te llevará muy lejos.

El camino. 1990.
Los campos de ensueño donde las espigas doradas de trigo se mecen lentamente invitan a descansar y relajarse. Piensa que eres un niño y corres libremente entre los trigales. El aire  tibio y agradable llega hasta lo más profundo de tu ser. Tus preocupaciones desaparecen.

El trigal. 1990.
El camino te llevará por pequeños pueblos donde conocerás personas con las que has soñado alguna vez. Ellas podrán ayudarte con su sabiduría. Escucha  a los niños y a los ancianos.

Valle.1990.
La fuerza telúrica de la montaña nos revela algunos misterios ocultos en nuestro pensamiento. Imagina el momento primigenio de la creaciónd la tierra. Recuerda que eres parte de una voluntad cósmica que ordena el universo.

Aire y tierra. 1990.
Todo cambia para poder vivir. Las nubes viajan entre los valles. Las rocas en el interior de la tierra se agitan entre un mar de lava caliente. El fuego derrite la corteza de la tierra y moldea el paisaje. Imagina un viaje al centro de la tierra. El caos y el orden luchan entre sí para llegar a un equilibrio vital.

Nubes viajeras. 1990.
 La espiritualidad del paisaje se manifiesta en las cosas sencillas que brotan de nuestro interior. El ser se une a la naturaleza.

Valle espiritual. 1990.

sábado, 25 de diciembre de 2010

La emancipación del color. .

Los elementos de la pintura  son el color, la línea, la composición, la textura, el ritmo y  las simetrías. Todos ellos deben estar coordinados entre sí para obtener una obra de arte balanceada.  Cuando uno de ellos asume un rol principal por encima del resto, tendremos entonces una nueva tendencia. Los pintores fauves como Matisse, Vlamink, Marquet y otros crearon obras geniales de colores atrevidos, con una libertad nunca antes vista en pintura. El fauvismo permite que el color exprese toda su carga de energía y vitalidad creadora dentro de la composición. Todo lo demás es secundario y está subordinado a la fuerza avasallante de los colores.

 He aquí una pintura al  pastel, sobre cartulina roja, en formato  de 34 x 50 cm.  El motivo está tomado del pintor Moise Kisling. El título de la obra es Desnudo sobre un divan rojo ( 1918). Esta es  una interpretación libre hecha por mi y  ejecutada  al pastel. En  el fondo  pinté una montaña , lo cual le da un significado distinto a la presencia de la mujer desnuda.


Desnudo con frutas. 2006.
 Una escena cotidiana en una pequeña plaza de un pueblo puede ser un motivo alucinante. En la parte de afuera he pintado con  colores fríos . En el interior puse colores algo más cálidos, para crear contraste cromático. La iglesia brilla con luz propia como un bombillo. Sobre ella hay una llamarada color naranja. Me provocó  expresar estas imágenes   con  colores algo inusuales.


Saliendo de la iglesia. 2006.
 El tendero  del pueblo es una figura maciza, pintada en  color tierra.  Ha sido colocada en primer plano con el propósito de enfatizar su monumentalidad. El hombre de aspecto serio y reservado, mira hacia el espectador con los ojos entornados. La figura  a su vez,  recorta un segundo plano, de caracter diferente. Es la tìpica  Bodeguita de la Esquina,  de paredes azul y blanco, que reflejan muy bien la atmósfera del lugar.

Bodeguero. 1996.
Durante la celebración de la fiesta de San Benito, algunos danzantes se visten de colores chillones. Otros  se pintan la cara de negro: son los llamados "trabuqueros". Ellos  disparan al aire sus estridentes trabucos. Es un ruido ensordecedor cuyo eco se repite por toda la sierra. Esta crispación tiene su equivalente pictorico en un retrato del trabuquero de colores algo disonantes. Para acentuar aún más el caracter agresivo y fiero de estos personajes, he pintado sobre  una cartulina  fondo rojo borgoñés.

El trabuquero. 2006.
Los campos de Escaguey reverberan de colores acidos  en las horas del mediodía. La imágen sombría de los catus, en primer plano,  agrega  una nota de compenetración con el paisaje.

El llano de EScaguey. 2006.
El pueblo de El Morro cabalgando sobre cerros erosionados ofrece una visión algo espectral. En las horas nocturnas de luna llena, los montes pelados y las siluetas oscuras de los pinos dan miedo.

El Morro. 2006.
Una calle principal en formato vertical, es presentada aquí,  desde un ángulo bastante alto. Esta toma crea una sensasción de inestabliidad, que se acentúa con los colores fuertes.

Calle Principal. 2006.
El color hace estallar las formas de estas figuras. Es una composición casi abstracta.

Figuras. 2006.

viernes, 24 de diciembre de 2010

El color y la poesía de las acuarelas

La acuarela es una técnica, que permite expresar nuestros sentimientos  a través de las imagenes. Es un tipo de pigmento con el cual podemos obtener efectos especiales. En general, es una técnica que se presta para lograr esas superficies  suaves, traslucidas y delicadas que tanto gustan al público. Esto, por supuesto,  es una ventaja de la cual  debemos aprovecharnos,  para sacar el mejor partido de nuestro trabajo.  Sobre todo, cuando queremos captar esos efectos especiales del paisaje, producidos por la niebla, la lluvia o la humedad. Pero cuidado, pintar a la acuarela es distinto de pintar al óleo. En primer lugar, la acuarela  no es una pintura cubriente. Es decir, en la acuarela, todos los trazos hechos,  aparecerán en el resultado final. Por lo tanto hay que ser sumamente cuidadoso con lo que hagamos. Antes de proceder a pintar, tendremos que planificar todo con detalle.
En el año 2006 retomé la acuarela para pintar una serie de vistas de Mucurubá y sus alrededores.

Francisco Rivero. Mucuruba. Vista desde mi casa. 2006.
La plaza del pueblo es un lugar apacible durante los días de semana.

Francisco Rivero. La plaza. 2006.
Desde la montaña contemplamos una vista maravillosa de todos los tejados del pueblito. Es una imàgen abigarrada, vibrante y de mucho ritmo.

Francisco Rivero. Vista de Mucurubá. 2006.
Esta vista lateral  del pueblito, fue captada es desde la Meseta de Mococón. Allí está la casa de Anita. Ella es una señora del lugar,  quien sabe preparar unos quesos ahumados deliciosos.


Francisco Rivero. Vista del pueblo. 2006.
 Un poco más arriba de Mucurubá está el pequeño poblado de La Cruz.

Francisco Rivero. La Cruz. 2006.

Las lagunas en medio de las montañas rocosas, son restos de los glaciares que cubrían aquellos lugares hace miles de años. Poseen un encanto especial por su aire tan puro.

Francisco Rivero. Laguna. 2006.
Retirarse a un bosque pinos es relajante. El silencio de estos lugares nos hace encontrarnos con nosostros mismos.

Francisco Rivero. Bosque de pinos. 2006.

Los retratos familiares

El retrato al óleo ofrece grandes retos, debido a la gran cantidad de pequeños problemas que se pueden presentar en su ejecución. Un retrato, más que el parecido físico con la persona, debe expresar algo de su personalidad bien sea mediante la postura, las luces o los gestos.  Nadie quiere un retrato que sea una fotografía exacta.
Digámoslo claramente desde ya: pintar retratos es difícil. Hay que practicarlo casi a diario para poder dominar la técnica. Es por esto que  muchos pintores se dedican sólo a este género. En mi caso particular he hecho unos cuantos retratos, para divertirme, como compromisos con mi familia. Con algunos de ellos  creo que he quedado medianamente satisfecho.

Mi nieto de dos años es un niño muy travieso. Lo retraté sentadó en el sofá mirando con mucho interés hacia la puerta. La mirada pensativa del niño, refleja una mente sumida en pensamientos profundos. El trata de adivinar quien entrará en la habitación. Hasta ahora que yo sepa, el no ha tenido quejas acerca   del retrato.

José Manuel. 2010.

Este retrato de mi padre Jesús Rivero Gil ( 1918-2000) está hecho al óleo con toques de pincelada bastante libres. Esto refleja  de algún modo el carácter del retratado: un hombre amante de la libertad.

Jesús Rivero Gil. 1998.
MI madre Beatriz de Rivero es alegre, franca y  extrovertida. En su retrato predominan los colores cálidos como el ocre y el amarillo.

Beatriz de Rivero. 2003.
Mi esposa Nancy tambié fue retratada. El rojo del vestido simboliza el color del amor, el fuego y la pasión. Ella es signo Aries.

Nancy. 2006.
A mi hijo Francisco José lo pinte al estilo renacentista. A él le gusta estar siempre distante y separado de los demás.

Francisco José. 2006.
Mi hija Paola Stephanie fue siempre buena estudiante. Por eso la pinto con uniforme escolar.

Paola. 2006.
Para mi autorretrato busqué un sombrero de paja. Me identifico mucho con Van Gogh, un pintor incomprendido que luchó por llevar su arte hacia adelante expresando sus sentimientos más intímos en cada trazo de la tela.

Autorretrato. 1996.

El cubismo y la pintura del paisaje

El cubismo es un estilo pictórico forjado por Pablo Picasso y Georges Braque casi simultáneamente sin saberlo. Picasso estaba de vacaciones en 1909 en Horta de Ebro, junto a su esposa Fernade Olivier. Las casas simples y el paisaje arido de aquel lugar sirvieron para desarrollar su estilo. Quizàs los antecedentes del cubismo eetèn en la obra de Paul Cézanne. De cualquier manera es un estilo de pintar que revolucionó el arte moderno y al cual uno no puede sustraerse.
Las formas sencillas de los viejos trapiches de caña con sus chimeneas cilíndricas, sus bolas de bagazo y las construcciones cúbicas se expresan bien mediante el cubismo. Observese como la montaña se trasnforma en una serie de prismas. En la zona de San Juan y Lagunillas encontramos muchos trapiches aún en plena producción.


Francisco Rivero. Trapiche Amarillo. 1998.
Una simple mirada al paisaje, basta para darse cuenta que todo a nuestro alrededor fue creado or un Dios cubista. Este pueblo bucólico es una imagen ideal que sintetiza muchas experiencias.

Francisco Rivero. Pueblo andino. 1998.
En el cubismo los planos se cortan  para crear formas lisas y angulosas que se salen del lienzo. El cuadro de abajo es un óleo de 50x60. Durante varios años soñaba que vivía en este pueblo. Busqué por todas partes algo parecido y no lo encontre. Luego decidí pintar el pueblo de mis sueños.

Francisco Rivero. El pueblo de mis sueños. 1997.
El violinista cubista toca una pieza de Schoenberg. Cada nota se desenvielve en un plano diferente creando una polifonía de colores que agita los nervios y afecta la visión.


Francisco Rivero. El violinista. 1999.
El pequeño pueblo de La Parroquia, en esta visión cubista, con sus casas arebujadas en torno a la iglesia ofrece una variedad de planos en todas las direcciones. Es un óleo de 50x60 cm.  pintado en 1998.


Francisco Rivero. Pueblo de La Parroquia. 1998.


La geometría del paisaje.

Es posible simplificar las formas del paisaje hasta el punto de reducirlas a simples figuras geomètricas, como triángulos, cuadrados, círculos...etc. Cuando hacemos esto surgen imágenes que pueden tener mucho impacto visual. El ojo humano siempre busca  simplificar las formas para reducirlas a patrones que sean reconocidos facilmente por el cerebro.

La Sierra Nevada ofrece gran cantidad de triángulos y trapecios, al igual que la aglomeración de casas con sus rectos tejados. ESte es una pintura al óleo de 50x60 cm.



Francisco Rivero. Vecindario. 1991.


En este oleo de 70x90 cm la forma básica de las casas se repite para crear una composición variada y con bastante ritmo.


Francisco Rivero. Casas y àrboles. 1995.
La técnica de la acuarela permite trabajar de manera ràpida y sencilla. Especialmente,  cuando queremos articular formas geométricas, como en este pueblito de montaña.

Francisco Rivero. Poblado. 1998.
Hay que estudiar a los maestros modernos para aprender nuevas técnicas. El pintor suizo Paul Klee, quien trabajó en la Bauhaus entre 1920-30, es un genio del diseño geométrico. Me gustan sus pinturas de este período. He trabajado un poco, dentro de su estilo. En las dos acuarelas de abajo su influencia se hace patente. Son un par de acuarelas recientes de octubre de 2010.

Francisco Rivero. Casas en una cuesta. 2010.
Trabajando con rectángulos del mismo tamaño se obtienen patrones de repetición interesantes. Ellos forman un entramado bastante simétrico, y además  con mucho ritmo.


Francisco Rivero. La escuelita. 2010.
 SE puede pintar con la computadora, usando pixeles en vez de pinceles. Abajo presento un par de ideas locas de factura digital. ¿Qué tal este arte cibernético?

Francisco Rivero. La cometa. 2010.
 He aqui otro diseño geométrico.

Francisco Rivero. Casas en el bosque. 2010.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Paisajes de los pueblos del sur.

Paisajes de los pueblos del sur de Mérida. 


Los paisajes de los  pueblos del sur del estado Mérida son muy atractivos. Estos lugares se esconden entre un macizo montañoso a más de 2000 metros de altura en la parte sur oeste de la Cordillera. Son comunidades agrícolas cuyos habitantes mantienen las costumbres ancestrales heredadas de los  colonia y las primeras comunidades indígenas.
Es una región muy pintoresca, donde surgen vistas listas para ser pintadas, a la vuelta de cada esquina. Sus pequeñas iglesias, plazas y caseríos  encierran todo el encanto del trato afable y humano de sus pobladores.

Canaguá se encuentra en el centro de la región sur merideña. Es el pueblo más grande y la capital de un municipio. Sus casas conservan el encanto de las viejas construcciones.

Canaguá, es una población muy bonita, situada en el corazón de la región sur merideña, en plena cordillera sur occidental. Esta asentada en un valle intramontano, a 1495 metros de altura, rodeada de paisajes cautivadores: verdes montañas, ríos espumosos y quebradas cantarinas. Se encuentra a 140 Km. de Mérida, sobre la Troncal que enlaza los pueblos del Sur. Posee un clima fresco de montaña, con una temperatura promedio de 18.5 °. Tanto por su población, como por su producción agropecuaria, Canaguá es el más importante de los pueblos del sur. En esta región se han asentado pequeñas comunidades y aldeas de campesinos y labriegos muy trabajadores. En los fértiles valles se cultiva café, cambures, la yuca, el maíz y la caña de azúcar. La sencillez de sus casas y las
costumbres ancestrales de la vida rural del sur merideño tan arraigadas, nos transportan al pasado. Canaguá es un lugar ideal para vivir alejado del bullicioso mundo moderno.
Se puede llegar por dos vías: una que viene desde Tovar, pasando por Guaraque y Mesa Quintero y la otra que parte de Estanquez, pasa por Betania y El Molino y se una a la anterior en la Y. Siguiendo cualquiera de estas rutas nos encontraremos con paisajes impresionantes de infinitas montañas, fríos páramos y valles profundos. Al viajar a Canaguá en el mes de Agosto, la montaña nos deleita con todos los tonos de verde en una sinfonía de los más variados e insospechados matices, en los lomos de los cerros. Aquí el hombre ha talado las estribaciones de la montaña para crear potreros, conucos y sementeras, pero respetando siempre los cauces de las quebradas, donde podemos ver el bosque muy espeso. En algunos de estos potreros cubiertos de quicuyo, un pasto muy fino y de color verde intenso que cubre todo el terreno como una alfombra aterciopelada, pacen los negros toros de la ganadería La Cruz de Hierro, que resaltan como lunares. Algunos letreros a la orilla del camino, ponen en alerta a los curiosos, sobre el peligro que ofrecen estos animales. Son bravos toros que serán lidiados en las corridas de las ferias delante de miles de espectadores, en un ritual de sangre y arena, y que nada tiene que ver con la apacible escena que tenemos ante nuestros ojos.
Detenemos el vehículo y bajamos para contemplar los hermosos ejemplares de casta que se pasean indiferentes con sus negras cornamentas en medio de este paisaje tan silencioso y bucólico. Respiramos el aire puro de la montaña que nos repone del cansancio producido por el largo viaje.
Dejamos la ganadería y continuamos el ascenso hasta llegar a un páramo que divide las aguas del valle del río El Molino y el valle del Canaguá. El descenso es de curvas zigzagueantes que nos conducen poco a poco hasta las estribaciones de la cordillera donde se asienta el pueblo. Seguimos muy de cerca el cauce de la quebrada El Rincón hasta llegar a Canaguá, situado en la cabecera de un valle amplio regado por las quebradas El Ricón, El Salado y el río Canaguá.
Las calles del pueblo son muy limpias, están bien trazadas y son suficientemente anchas. A la entrada nos recibe su iglesia de líneas sencillas: fachada lisa con tres arcos de medio punto y rematada por un frontis rectangular. Una torre cuadrada en el centro por pilastras paralelas que terminan en una pequeña cúpula. La nave central esta rematada por una cúpula octogonal en el ábside, que nos hace recordar la cúpula de la Catedral de Florencia. La iglesia pintada de rojo terracota, contrasta con el verdor del contorno. En su interior bastante austero, destacan los vitrales en los muros laterales con imágenes de los santos patronos de cada una de las parroquias del municipio.

Canaguá. 1997.


El Morro.


Tenemos aquí  dos versiones de pinturas basadas en un mismo tema. Son dos lenguajes pictóricos que expresan sentimientos diferentes. Se trata del pueblito de El Morro, situado cerca de la base del Pico Bolívar.
La versión de abajo es una pintura tradicional. En ella yo empleo colores sobrios. Esto  le da una apariencia bastante natural al  paisaje.

El Morro. 2010.
En esta segunda versión del mismo tema nos encontramos frente a  un planteamiento más creativo y audaz. Los colores son más vivos y la pintura es plana. Casi no hay sombras. Es ciertamente,  una pintura más moderna y decorativa.

indo pueblito del Estado Mérida, enclavado entre montañas color parduzco y de poca vegetación, por estar altamente erosionadas, secas y agrietadas. Estas laderas yermas y silenciosas que cobijaron en el pasado la estirpe orgullosa de los mirripuyes y mucubaches, se elevan hoy como testigos mudos y eternos, de una civilización extinta, anunciando una queja de varios siglos, de luchas y reclamos por la posesión de sus tierras de resguardos, ante la injusticia de los encomenderos. La naturaleza recia y monumental que empequeñece al hombre, le da un realce a su arquitectura sencilla de estampa colonial. L
El Morro se asienta a 1.745 metros sobre el nivel del mar cabalgando en el lomo de un cerro en la vertiente derecha del río Nuestra Señora. Sus cielos siempre azules se encuentran despejados durante casi todo el año, debido a lo escaso de las precipitaciones del lugar, con apenas 500 mm. anuales. Es uno de los pueblos más secos del estado. Situado a 40 kilómetros al sur de la ciudad de Mérida, se comunica con ésta por medio de una carretera asfaltada. El trayecto se realiza en aproximadamente una hora y media.

El Morro. Francisco Rivero.
El Morro. Francisco Rivero.


La carretera se inicia a los pies de la meseta de Mérida en la ribera izquierda del río Chama. El acceso a la misma es un proceso algo complicado, para los forasteros, debido a lo intrincado del lugar y la ausencia absoluta de señalizaciones. Después de pasar sobre el puente del Chama, en la Urbanización Carabobo, se debe continuar ascendiendo como yendo hacia San Jacinto y tomando la vía de la izquierda en todas las bifurcaciones. Al llegar a una casa construida al lado de una enorme piedra, doscientos metros más delante de una cruz redentorista, se toma la vía de la derecha. Inmediatamente aparece un puente, muy ancho sobre una quebrada: en este lugar se inicia la carretera, la cual corre hacia el sur en travesía, siguiendo el cauce del Chama en el inicio, para luego separarse de éste e iniciar el ascenso en zig-zag.
Al final de la subida llegamos a la loma de San Rafael donde se encuentra una antena bastante alta. Desde allí se continúa en travesía, internándonos en el bosque húmedo de Yagrumos de hojas plateadas, para llegar al filo de un cerro que divide las aguas del Chama de las del río Nuestra Señora. Un lugar bonito, que sirve de paradero, donde hay una pequeña bodega y un caserío llamado El Plan, situado a 30 Kilómetros de Mérida, desde donde se columbra una vista maravillosa y amplia de Mérida. Se observan enfrente de nosotros la ciudad de Ejido y la Parroquia, así como también el valle de la quebrada La Pedregosa, el valle del Mucujún y más allá al fondo, los Páramos de Mucuchíes. En los días claros también se divisan las cúpulas del observatorio de astrofísica en Apartaderos.
Desde El Plan, donde nos paramos a comer pasteles, continuamos en descenso hacia el Morro. En el trayecto se observa el cañón profundo y erosionado del río Nuestra Señora que desemboca más debajo de Ejido. Dicho cañón, divide en dos partes la cordillera de Mérida.


San Francisco.


Son dos pueblos del sur merideño los que ahora ocupan mi atención. Recuerdos gratos de viajes por los rincones más perdidos de la geografía de nuestro estado.  San Francisco está  a unos quince minutos de Tovar, en la vía hacia Guaraque.
Francisco Rivero. San Francisco. 2013.

San Francisco es un pueblo frío situado al pie de la cordillera, en la cuenca del río Mocotíes.  El viento frío baja en las madrugadas desde las alturas del páramo de Los Carrero. A su lado pasa un río de montaña de blancas espumas,  jugando entre las rocas. Hace unos años el río creció mucho y arrasó con medio pueblo. Bajaron árboles enteros, enormes rocas, casas, lodo, pedazos de carretera y todo causó un gran caos.
San Francisco es un pueblo pacífico de agricultores. Su pequeña iglesia posee unas puertas enormes de muy buena madera. El atrio está cubierto de piedra negra. Es un tipo de roca muy común en el lugar que los lugareños recolectan en canteras de fácil acceso, la apilan en montones cónicos y  venden a la orilla del camino.


Santa María de Caparo.



Francisco Rivero. Santa María de Caparo. 2013.


Santa María de Caparo es el pueblo más alejado del estado.  Está entre el llano y la montaña. Su río, el  bravo e imponente Caparo de aguas profundas,  es uno de los más caudalosos  de los Andes y surte de agua a una represa. Para ir al lugar hay que viajar primero hasta Barinas y luego torcer el rumbo hacia el oeste, tomamos la vía de San Cristóbal. Al llegar a la población de Abejales en el estado Táchira, dejamos la vía principal y tomamos una troncal que en cuestión de media hora nos conduce hasta el pueblo. Es toda una larga travesía que puede llevar ocho o diez horas. La pequeña iglesia y la casa cural, están decorada con piedra del río Caparo.


Mucuchachí.


Mucuchachí es un pueblo más alejado, en la vertiente de la cordillera que se desliza hacia los llanos. Su aire caliente invita a bañarse en su caudaloso río que bordea al poblado. Hay una luz opalina que envuelve aquel ambiente, producto quizás del calentamiento de las capas bajas de la atmósfera.

Mucuchachí. Francisco Rivero  1997.



Capurí.

Capurí es un pueblo pequeñito, situado más abajo del Molino.


Capurí. 1997.
 San José de Acequias y sus alrededores son bastante secos. Allí llueve muy poco. Está sobre una ladera bsatnet empinada del cauce del río Nuestra Señora, que baja del pico Humboldt.

San José de Acequias. 1997.


Mesa de Quintero.


Mesa de Quintero es un pueblo de fundación reciente. Sus campos son bastante fèrtiles. En ellos se produce apio, cambures y hortalizas.


Mesa de Quintero. 1997.


Los Nevados.


Empiezo a pintar nuevamente al óleo. Trabajando el pequeño formato de 30x40 cm. Pinto por etapas. A veces doy una primera imprimación de color ocre o terroso. Al secarse completamente esta primera capa monocromática, empieza a aplicar el color…Me gusta captar el ambiente de los  pueblos andinos que se concentran alrededor de una pequeña iglesia.
Un par de pequeños pueblos andinos, escondidos entre la serranía. Hacia la vertiente sur y mirando hacia el llano, ven pasar la vida con calma al margen del tiempo. Son lugares de mucha magia y encanto por las bellezas naturales del paisaje y el estilo de vida sencillo de su gente.
Francisco Rivero. Los Nevados. 2013.

Para llegar a Los Nevados se puede uno bajar en la tercera estación del teleférico de Mérida y desde allí tomar un camino de mulas. El otro camino es una carretera asfaltada de grandes precipicios subidas, bajadas y curvas fuertes; apta solo para vehículos rústicos de doble tracción.
Francisco Rivero. Aricagua en procesión. 2013.

Aricagua.

Aricagua, llamado el pueblo de las orquídeas, y enclavado en la vertiente sur de la cordillera de Mérida, en medio de exuberantes paisajes, es uno de los pueblos más remotos del estado. De difícil acceso, por lo accidentado de la vía, que atraviesa en su largo recorrido un extenso municipio rodeado de valles con laderas bastante inclinadas, ríos caudalosos que forman gargantas profundas y montañas cubiertas de selva y bosques nublados, la región de Aricagua es una gran reserva natural de nuestro estado. Una región de las más importantes, por sus potencialidades para un futuro desarrollo turístico, debido la gran biodiversidad de su flora y fauna y la cantidad de recursos naturales con que cuenta. Es un municipio muy poco poblado donde se observan pequeñas aldeas y comunidades rurales dispersas en su amplia geografía. Para el sustento de su población, cuenta con abundancia de suelos fértiles, en donde se cultiva con bastante provecho el café, el maíz y la yuca y se cría ganado vacuno de carne y leche, siguiendo los métodos tradicionales.
Se pueden tomar dos vías para llegar a este pueblo. Ambas recomendadas para vehículos rústicos. La vía principal arranca desde el Morro, atraviesa el cañón del Río Nuestra Señora y se remonta al filo de la cordillera, para luego descender en dirección sur, siguiendo de cerca el cauce del río Aricagua, en un recorrido de unos 86 Kilómetros desde Mérida. La otra vía parte de Chichuy, Tierra Negra, un poco más arriba de Las González, atraviesa Mucutuy y cae un poco más abajo de Aricagua, en la localidad de Los Azules. Son en total unos 131 Kilómetros desde Mérida.
La primera vía es la más frecuentada por los jeeps que hacen el transporte desde Mérida. Actualmente se cuenta con unidades nuevas que hacen el recorrido en unas cuatro horas. La carretera presenta paisajes espectaculares, trayectos de cierto peligro y momentos de intensa emoción para los turistas desde el inicio a la salida del Morro. El descenso se hace casi en forma casi vertical, siguiendo una estrecha vía zigzagueante entre laderas de rocas desnudas que se desprenden a nuestro paso. Luego se atraviesa el río Nuestra Señora, al subir un centenar de metros atravesamos un trayecto llamado La Nariz, donde la carretera sigue el filo de la montaña en una posición bastante precaria. Desde allí observamos profundos precipicios a ambos lados de la vía. Al llegar a la parte más alta de esta etapa observamos el pueblo del Morro, la carretera hacia Los Nevados y la cara sur del Pico Bolívar. Continuamos ascendiendo por una carretera pavimentada con losas de cemento, atravesando un bosque nublado bastante denso y húmedo, donde la poca luz que logra penetrar a través de la copas de los árboles ilumina las bromelias y epífitas que cuelgan de las ramas y los bosques de bambúes. En el punto más alto, llamado El Portachuelo hay una capilla para detenerse y contemplar las bellezas de la zona. Aquí entramos en los límites municipales, dejando atrás la vertiente del Lago de Maracaibo y entrar en el valle del río Aricagua que drena sus aguas hacia la vertiente del Orinoco.
Después de pasar por un puente, la carretera corre por la margen derecha del río entre fincas de café, cambur y potreros.
Aricagua es un pueblo, capital de un municipio del mismo nombre, bastante alejado de la capital del estado. Posee bosques en sus alrededores en donde  se dan las orquídeas y bromelias  en la selva nublada. La procesión del Santo Cristo de Aricagua es un evento especial que se celebra con una gran  fiesta.