viernes, 24 de diciembre de 2010

El color y la poesía de las acuarelas

La acuarela es una técnica, que permite expresar nuestros sentimientos  a través de las imagenes. Es un tipo de pigmento con el cual podemos obtener efectos especiales. En general, es una técnica que se presta para lograr esas superficies  suaves, traslucidas y delicadas que tanto gustan al público. Esto, por supuesto,  es una ventaja de la cual  debemos aprovecharnos,  para sacar el mejor partido de nuestro trabajo.  Sobre todo, cuando queremos captar esos efectos especiales del paisaje, producidos por la niebla, la lluvia o la humedad. Pero cuidado, pintar a la acuarela es distinto de pintar al óleo. En primer lugar, la acuarela  no es una pintura cubriente. Es decir, en la acuarela, todos los trazos hechos,  aparecerán en el resultado final. Por lo tanto hay que ser sumamente cuidadoso con lo que hagamos. Antes de proceder a pintar, tendremos que planificar todo con detalle.
En el año 2006 retomé la acuarela para pintar una serie de vistas de Mucurubá y sus alrededores.

Francisco Rivero. Mucuruba. Vista desde mi casa. 2006.
La plaza del pueblo es un lugar apacible durante los días de semana.

Francisco Rivero. La plaza. 2006.
Desde la montaña contemplamos una vista maravillosa de todos los tejados del pueblito. Es una imàgen abigarrada, vibrante y de mucho ritmo.

Francisco Rivero. Vista de Mucurubá. 2006.
Esta vista lateral  del pueblito, fue captada es desde la Meseta de Mococón. Allí está la casa de Anita. Ella es una señora del lugar,  quien sabe preparar unos quesos ahumados deliciosos.


Francisco Rivero. Vista del pueblo. 2006.
 Un poco más arriba de Mucurubá está el pequeño poblado de La Cruz.

Francisco Rivero. La Cruz. 2006.

Las lagunas en medio de las montañas rocosas, son restos de los glaciares que cubrían aquellos lugares hace miles de años. Poseen un encanto especial por su aire tan puro.

Francisco Rivero. Laguna. 2006.
Retirarse a un bosque pinos es relajante. El silencio de estos lugares nos hace encontrarnos con nosostros mismos.

Francisco Rivero. Bosque de pinos. 2006.

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